"Durante la conversación, ambas partes demostraron su deseo de aunar sus esfuerzos para estabilizar y desarrollar las relaciones entre Rusia y EE. UU. de forma constrictiva, justa y beneficiosa para ambos", declara el Kremlin. "Se subrayó la importancia de restablecer los lazos comerciales y económicos entre las empresas de ambos países".
Los contactos rusos se negaron a hacer comentarios acerca de la situación política.
Sin embargo, la gran pregunta es si los comerciantes de frutas de Rusia y EE. UU. podrán reanudar las actividades que se vieron interrumpidas antes del veto comercial de 2014, ya que, durante este tiempo, Rusia ha estado entablando lazos nuevos con otros países fuera de la UE y de EE. UU.
"Las sanciones dieron tantos problemas que tuvimos que seguir adelante como organización, y ahora solamente nos centramos en los productos locales, por lo que el veto ya no nos afecta. Los productos que no podemos producir nosotros mismos los importamos de países que no están vetados, como Israel o Irán", comparte un comerciante.
El esfuerzo de Rusia por volverse autosuficiente ha generado muchas inversiones en el sector agrícola, especialmente en el de los invernaderos. El año pasado, RusAgro anunció que planea construir cuatro invernaderos, cada uno del tamaño de 100 campos de fútbol, y ya ha recibido el visto bueno para construir los dos primeros, uno en Siberia y el otro en el Extremo Oriente ruso.
También se ha prestado mucha atención a aumentar la producción nacional de manzanas, una de las frutas más perjudicadas por el veto. Aunque es posible que Rusia pueda ser autosuficiente si cultiva sus propias manzanas, no sería a corto plazo, porque los huertos de manzanos tardarán varios años en alcanzar la madurez.