Hay cincuenta especies de jengibre repartidas por toda África y Madagascar, y tanto los humanos como los animales salvajes consumen sus frutos y raíces.
A esta especie en concreto se la ha bautizado como Aframomum ngamikkense, en honor a uno de los picos del macizo de Kabobo. Su hábitat está confinado a entre 1.500 y 2.500 metros en algunos parches aislados, donde, no obstante, es muy abundante. La planta se descubrió durante una expedición de un grupo de investigadores del Museo de Ciencia de Trento y de la Sociedad por la Conservación de la Vida Silvestre (WCS por sus siglas en inglés), tras lo que los análisis genéticos revelaron que se trataba de una nueva especie.