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Las plantaciones son un blanco fácil para los criminales

Sudáfrica: Aumentan los asesinatos en las explotaciones agrícolas

Hace dos semanas, asesinaron a un ciudadano holandés en la región de Barberton, en Mpumalanga (Sudáfrica), lo que vuelve a poner en el punto de mira al preocupante fenómeno de los asesinatos de agricultores y trabajadores agrícolas en Sudáfrica.



El Servicio de Policía de Sudáfrica todavía no ha publicado las cifras definitivas de los crímenes cometidos durante el último año (desde abril de 2016 hasta marzo de 2017), pero, durante el año anterior (2015/2016), la tasa de asesinatos por cada 100 habitantes fue de 52 agentes de policía; 97 agricultores, trabajadores agrícolas, familiares de agricultores y otros habitantes o visitantes de plantaciones; y 34 ciudadanos no relacionados con la agricultura.

Asimismo, según las estadísticas de Transvaalse Landbou Unie van Suid-Afrika (TLUSA), los asesinatos en las explotaciones agrícolas han aumentado un 48% en los últimos cinco años; de hecho, en 2011/2012, estos ataques estuvieron en su nivel más bajo desde hacía veinte años, pero han estado aumentando año tras año hasta los 71 en 2016.

Por lo tanto, es evidente que la comunidad agrícola está siendo el blanco de los ataques de forma cada vez más desproporcionada. Según TLUSA, de las 71 víctimas del año pasado, 50 eran agricultores (49 de etnia blanca y 1 de etnia negra), aunque no solamente los agricultores blancos, sino las personas de todo sexo y etnia son vulnerables a estos ataques, según el doctor Johan Burger, del Instituto de Estudios de Seguridad.

En marzo de este año, el Parlamento de Sudáfrica debatió por primera vez esta situación. Además, el año pasado, el teniente general Khomotso Phahlane, comisario en funciones del Servicio de Policía de Sudáfrica, informó al comité de gestión de la policía del Parlamento de que la policía estaba priorizando los asesinatos en las plantaciones. "Tenemos que dar prioridad a estos casos, ya que están matando a los agricultores y a los trabajadores agrícolas", declaró. Por este motivo, las organizaciones agrícolas están en contacto constante con la policía.

El doctor Johan Burger corrobora que el comisario ha sido el primero en dar prioridad a este fenómeno y que la estrategia de seguridad rural que se ha puesto en práctica está recibiendo una atención renovada, aunque no resulte especialmente eficaz. Esta estrategia depende de dos pilares: la vigilancia por parte del sector y los reservistas policiales, que resultan necesarios porque no hay suficientes agentes de policía en las regiones rurales. Por lo tanto, desde que el comisario hizo sus declaraciones, se han admitido y entrenado a muchos más reservistas policiales.



Los asesinatos en las plantaciones suelen caracterizarse por una violencia extrema, ya que los atacantes actúan en grupos el doble de numerosos que los grupos de ladrones de casas de las zonas urbanas, que suelen estar compuestos por cuatro o cinco personas. Además, en las zonas rurales tienen más tiempo para llevar a cabo sus delitos, al encontrarse en zonas aisladas.

También se teme que los delincuentes dispongan de tecnología cada vez más avanzada. No solo pueden estar mejor organizados y coordinados gracias a los teléfonos móviles, sino que cada vez hay más pruebas de que están utilizando inhibidores de señales de telefonía móvil, no solo en sus ataques a las plantaciones sino en otros delitos, como los robos a los furgones de dinero. Poseer uno de estos inhibidores es ilegal y reduce gravemente la posibilidad de defenderse de las comunidades rurales.

Las motivaciones de estos ataques son motivo de especulación. "Ya es hora de que se elabore un nuevo estudio sobre este tema, ya que el informe exhaustivo que redactó el comité de investigación es de 2003", opina el doctor Burger acerca de un estudio que investigó específicamente si el móvil principal de estos asesinatos podría ser la venganza por parte de los trabajadores agrícolas (por disputas laborales o malos tratos), para lo que entrevistó a varios de los delincuentes. Sin embargo, entonces se descubrió que la víctima y el asesino se conocían solamente en el 2% de los casos. Por lo tanto, es necesario estudiar si sigue siendo así.



"Por otra parte, los atacantes piensan en su propia seguridad y consideran al agricultor como su mayor amenaza. Sin embargo, una vez lo han inmovilizado y este les ha confesado dónde están el dinero y las armas, ¿por qué a veces lo matan? Si es para evitar que les identifique más tarde, ¿por qué no matan a todos los que les han visto? Estos casos suscitan muchos interrogantes", comenta Burger.

"La retórica política se ha vuelto bastante más hostil contra los propietarios de tierras desde la investigación de 2003, y parece que está contribuyendo a cambiar el clima político", continúa Burger. "Una cosa está clara: el principal móvil es el robo", concluye.

Más información:
Dr. Johan Burger
Instituto de Estudios de Seguridad (Sudáfrica)
Tel.: +27 12 346 9500
Fecha de publicación: