"Las limas se venden muy bien en Rusia, pero muchos proveedores consideran que el país es un mercado secundario y, a menudo, las limas que recibimos tienen un tono amarillento. Por ejemplo, tuvimos que tirar tres o cuatro palés de un contenedor recibido la semana pasada porque las limas estaban demasiado maduras. Intentamos despacharlas a mayoristas y pequeños quioscos, y las rechazaron porque todo el mundo sabe que las limas tienen que ser verdes y no amarillas. Al final, nos vimos obligadas a tirarlas, todo por un error del proveedor. La mercancía se paga toda con antelación y creo que algunos proveedores se aprovechan de eso y envían el producto sin importar la calidad", opina Volkov.
"Cuando las limas son verdes y tienen buena calidad, no tenemos ningún tipo de problema para venderlas. Muchas tiendas las incluyen en la oferta de frutas tropicales, junto a los mangos, las piñas y los aguacates. Aporta algo distinto, más allá de la oferta tradicional de col blanca, patatas y zanahorias.
Volkov señala que está convencido de que las limas tienen futuro en el mercado ruso. Se han colado en la cocina ahora que los consumidores están más familiarizados con el cítrico, pese a ser un poco más caro, y se está empezando a utilizar limas en lugar de limones en los platos tradicionales para darles un sabor más especial. Por supuesto, también son habituales en las copas de bares y discotecas, pero la cocina sigue siendo el uso principal en Rusia para quienes pueden permitírselo.
Rusia tiene suministro de limón todo el año, que alcanza su máximo consumo en invierno, porque es un método tradicional de combatir la gripe y los resfriados. La demanda de lima no se ve afectada por las estaciones y los precios se mantienen estables de enero a diciembre. El actual precio de venta de las limas en Rusia es de 1,90 euros el kilo.
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Andréi Volkov
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