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Sudáfrica tendrá nuevas variedades de guayaba y nuevos métodos de producción

Pese a que el sector de la guayaba se estableció en Sudáfrica en el Cabo Occidental a principios de 1900 y en Limpopo y Mpumalanga en 1938, se han hecho pocos progresos en mejora de cultivares y técnicas de producción. Según un asesor de producción independiente, Chris Smith, casi todas las plantaciones de guayaba del Cabo Occidental, que suponen el 65% de la producción total del país, son del cultivar Fan Retief.

A diferencia de la mayoría de los cultivares comerciales de esta fruta, que se originan en programas especializados de desarrollo de cultivares, Fan Retief se creó mediante las selecciones de los agricultores y métodos de propagación informales a lo largo de los años.

En 1994, el Instituto de Cultivos Tropicales y Subtropicales (ITSC) del Consejo de Investigación Agrícola (ARC) presentó un cultivar mejorado, el TSG2, con menos semillas y un tamaño significativamente mayor que el de la fruta Fan Retief (134 g frente a 96 g). Sin embargo, nunca despegó en el Cabo Occidental porque Fan Retief era más productivo, explica Smith.

El TSG2 es, actualmente, el único cultivar tolerante a la cepa Malalane de la marchitez del guayabo (causado por Nalanthamala psidii), pero es susceptible a las dos otras cepas, es decir, Nelspruit y Levubu, que están devastando la producción en Mpumalanga.

Además, las pruebas del ITSC han hallado que la marchitez del guayabo se puede transmitir mediante un injerto, por lo que utilizar portainjertos tolerantes no es una opción. La única solución en este momento es obtener cultivares resistentes o tolerantes, asegura Smith.

Nuevas variedades
En 2016, el Departamento de Agricultura del Cabo Occidental asignó 300.000 rands para estimular el sector de la guayaba mediante el desarrollo de nuevos cultivares.

El dinero se empleará en la identificación de nuevos cultivares prometedores, en crear un banco genético para extender el programa de obtención de guayaba del ITSC al Cabo Occidental y en hallar formas de mejorar la rentabilidad mediante el aumento de la producción por unidad, como detalló Smith recientemente en la asamblea general de la Asociación de Productores de Guayaba celebrada en Wellington.

Ya se han seleccionado algunas de las nuevas 28 variedades prometedoras del programa de obtención de guayaba del ITSC, dirigido por Salomie Willemse y Christo Human. Se plantaron en la finca experimental Bien Donné del ARC cerca de Simondium a comienzos de año.

El ITSC ha descubierto que algunas de estas variedades son superiores a la Fan Retief en cuanto a color interno, proporción de semillas y pulpa, y tamaño de la fruta. Los ensayos de Bien Donné buscan confirmar si las plantas prosperarán en el Cabo Occidental.

"Todavía es demasiado pronto para extraer conclusiones sobre cómo responderán las selecciones a las condiciones de producción del Cabo Occidental, pero el comienzo ha sido bueno", dice Smith.

Plantarán 21 variedades más hacia finales de año
Según las evaluaciones del ITSC, una de ellas tiene pulpa blanca, pocas semillas, buen color interno y produce fruta con una masa media de 143 gramos. También tiene un contenido de azúcar mayor (16,3 grados Brix).

"En estos momentos, la demanda de fruta de pulpa blanca en el mercado es incierta, pero es una buena idea evaluar este cultivar y después almacenarlo en el banco de genes", apunta Smith.

Si resulta que las guayabas de pulpa blanca ganan más demanda, el sector tendrá acceso a la variedad.

Para seguir mejorando la eficiencia de obtención, lo ideal sería dividir las progenies de obtención generadas por el ITSC en Mbombela y plantar parte del material en el Cabo Occidental.

De este modo, la selección de nuevas variedades adaptadas a las condiciones climáticas locales sería más rápida y sencilla. No obstante, es ilegal introducir material vegetal en el Cabo Occidental por el riesgo de propagación de la marchitez del guayabo en la provincia.

Por este motivo, se creará un banco de genes local para que el material vegetal sea más accesible para los agricultores del Cabo Occidental. Además de duplicar el banco de genes existente del ITSC, se incluirán nuevas variedades locales de guayaba.

Esto es importante, explica Smith, porque los agricultores de la provincia han estado tratando de reducir el riesgo de infección de marchitez del guayabo propagando su propio material vegetal de árboles de sus propias plantaciones vecinas. Ello se ha traducido en una variación en los árboles, pues el material vegetal resultante no siempre es el que cabría esperar. De acuerdo con Smith, ha visitado algunos campos de Fan Retief en el que algunos árboles no se asemejan a las características del cultivar.

"Necesitamos desesperadamente plantar parcelas madre en el Cabo Occidental y hacer pruebas de ADN para confirmar la autenticidad del material vegetal", indica.

Además, la Organización Sudafricana de Mejora Vegetal (SAPO), que proporciona instalaciones de cuarentena y nucleasa para los sectores de fruta de pepita, fruta de hueso y uva de mesa, podría proporcionar el mismo servicio al sector de la guayaba.

Espalderas
En cuanto a la mejora de la eficiencia de la producción, Smith dice que el ITSC ha experimentado con varios sistemas de espalderas en Mbombela, pero los resultados no han sido prometedores.

No obstante, se ha dado con métodos de ajuste de estos sistemas y, por tanto, de mejora de los resultados de producción. En estos momentos, están pendientes de evaluación cuatro sistemas en Bien Donné: Palmet, V-Haag, Closed Vase y el sistema tradicional Open Vase.

"Con el uso de sistemas de vecería, esperamos incrementar la producción entre un 30% y un 60%, basándonos en el sistema empleado y en el número de árboles plantados por hectárea", explica Smith.

La densidad de plantación puede variar entre 500 árboles por hectárea y 800 árboles por hectárea, y podría ser incluso mayor, dependiendo del éxito de las pruebas en Bien Donné.

Se espera que los nuevos sistemas mejoren la producción en cuanto a uso del suelo y mano de obra.

"En estos momentos, la mayoría de los árboles se cultivan a una proporción de 5 metros por 4 metros, y los árboles se ensanchan y densifican en extremo conforme crecen, por lo que no siempre se pueden utilizar tractores dentro de las plantaciones", comenta Smith.

"Los recolectores, por otro lado, necesitan mucho tiempo para entrar a las plantaciones y salir a vaciar las cestas. El control de plagas y enfermedades en estas condiciones también es problemático y, en casos graves, se tiene que hacer a mano".

Amortización del coste
El coste de usar sistemas alternativos y el efecto de la mayor producción por hectárea serán estudiados para ayudar a los agricultores a calcular el retorno sobre la inversión. Los guayabos tienen una vida mucho más larga y, en general, se conservan considerablemente más tiempo (hasta 40 años) que los árboles de fruta de pepita o de hueso.

"Vale la pena invertir más en mejorar el acceso a los campos y en la mecanización a largo plazo, y, en última instancia, aumentar la rentabilidad", aconseja Smith.

Aunque la rueda de investigación suele tardar mucho en dar la vuelta y los resultados de productividad se pueden poner en práctica en el campo, Smith estima que si se mantienen en un nivel óptimo las condiciones de cultivo, tendrán los primeros resultados en los próximos tres o cuatro años.

Smith se muestra optimista con el hecho de que estos resultados ayuden a llevar al sector sudafricano de la guayaba a un nuevo nivel de competitividad.
Fecha de publicación: