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Radiografía del I+D+i agro español

España: Menos del 5% de las empresas agrícolas son innovadoras

No es ningún secreto que España es una de las principales potencias agrícolas del mundo. Con unos 46.000 millones de facturación, en 2015 dio empleo a casi 820.000 personas. Considerando al alimentario en su globalidad, es ya el primer sector industrial del país, con una cifra neta de ventas de 93.400 millones de euros, en torno al 20% del conjunto manufacturero. España es, además, el segundo Estado europeo en términos de extensión agraria y el octavo exportador agroalimentario mundial -el cuarto de la UE- siendo líderes en cultivos estratégicos como cítricos, olivar (aceite) o vid (vino).

Y en cuanto a la ciencia, también está bien posicionada: en el campo agrario y biotecnológico, en 2014 fue el octavo país del mundo en publicaciones de alta calidad y el noveno en producción. Es más, tiene una importante red de organismos públicos punteros en investigación: 20 centros agrarios adscritos al CSIC, 17 regionales coordinados por el INIA, 37 universidades con actividad en biotecnología así como otros 32 parques científicos y tecnológicos. Sin embargo, como matiza el presidente de Biovegen, José Pellicer, "tenemos serios problemas de transferencia de conocimiento, mucho más graves si cabe que en el conjunto de la economía". Efectivamente, la estadística así lo avala: en 2015 sólo un 12,81% de las empresas españolas pudieron ser catalogadas como innovadoras, porcentaje que en el caso agrario llega al 4,85%, acaparando sólo el 1% de la inversión global en I+D.

Son éstos sólo algunos de los datos que figuran en el documento 'Análisis del Sector Agroalimentario y propuestas de mejora en I+D+i’ que Biovegen tiene previsto presentar el próximo jueves, 19 de octubre, en una jornada enmarcada en el transcurso de Fruit Attraction 2017. Al evento, organizado por esta plataforma público-privada dedicada a armonizar ciencia, empresa y financiación de proyectos, ya han confirmado su presencia más de 250 empresarios del sector e investigadores de hasta 40 centros. Se expondrá este informe, se someterá a debate en una mesa redonda y sobre todo, se discutirá al detalle sobre las propuestas de mejora señaladas. 

El referido análisis trata de escrutar las causas que ayuden a entender algunas de las -en palabras de Pellicer- "grandes paradojas y aparentes contradicciones" del sector agrario español. España -7º productor mundial de fruta y noveno hortofrutícola pero primer exportador en fresco, con entre el 30 y el 40% del comercio de frutas y verduras de la UE- tiene menos del 1% de las variedades vegetales registradas en este sector en toda la Europa-27. Concretamente, en 2015, sólo el 4,55% de las solicitudes a la Oficina Europea de Variedades Vegetales fueron españolas frente al 40,74% de Holanda, el 19,27% de Francia o el 19,19% de Alemania, países con un peso agrario y exportador sensiblemente menor pero con mayor valor añadido gracias a la I+D+i.



En concreto, en campos emergentes y de mayor desarrollo como la biotecnología que permitirían espolear el desarrollo de estas patentes, el informe advierte que "hay muy pocas empresas y suelen ser pequeñas, con poca facturación y con serias dificultades para sobrevivir". Se estima, de hecho, que de todas las empresas biotecnológicas sólo un 15% trabajan con vegetales y su facturación supone menos aún, un 9% del total. 

Entre las razones de esta evidente "desconexión ciencia-tecnología-empresa", el informe advierte que los compañías españolas "no valoran la I+D+i como factor esencial de competitividad y tampoco aprovechan las capacidades de los centros públicos de investigación". Además, se alerta de la "escasez" de tecnólogos en las plantillas que ejerzan de "interlocutores eficaces" con los centros de investigación. A su vez, los grupos de investigación "no orientan sus actividades a las necesidades reales tecnológicas del tejido productivo". La falta de incentivos por parte del Gobierno, las trabas burocráticas, la "baja cultura emprendedora" y el desconocimiento de los mecanismos de financiación tanto por parte de las compañías como por parte de la comunidad científica "dificultan la introducción en el mercado de los avances tecnológicos", concluye el informe. "Son todos males que podríamos generalizar al conjunto del tejido productivo español pero que se agudizan en el sector agrario", explica Pellicer. A estos factores comunes cabría añadir otros más propios del 'agro', como lo son el tener una estructura de empresa familiar alejada de los procesos de I+D+i; las dificultades de endeudamiento por su alto apalancamiento en activos fijos (fincas, maquinaria, invernaderos...) o el alto novel de incertidumbre en la producción derivado de los factores agronómicos, climáticos o de la propia volatilidad de los mercados. 



El informe identifica seis campos tecnológicos estratégicos por los que debe pasar necesariamente el futuro de la agricultura española: las nuevas herramientas de mejora vegetal (con CRISPR-Cas9 como punta de lanza de novedosas tecnologías de edición genómica que incluyen también otras como nucleasas con dedos de zinc, mutagénesis, cisgénesis e intragénesis...); las herramientas bioinformáticas (New Generation Sequencing Platforms Genome Wide Association…fundamentales para generar y gestionar la ingente cantidad de datos biológicos asociados a las investigaciones en plantas); los avances en la lucha contra enfermedades emergentes (como el HLB-Citrus Greening o la Xylella fastidiosa) en un entorno de cambio climático; el uso de agrobiológicos para nutrición y protección contra plagas y enfermedades; el recubrimiento de semillas para mejorar el rendimiento y las tecnologías para revalorizar los residuos agroalimentarios.




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