Como se sabe, la prohibición del bromuro de metilo para el control de patógenos en el cultivo de invernaderos ha impulsado a los productores a la búsqueda de soluciones alternativas. Las técnicas de cultivo sin suelo parece ser una opción viable para reducir el impacto medioambiental y, al mismo tiempo, mantener la eficiencia agronómica.
Para comprender mejor la dinámica que hay detrás de estos sistemas, hemos conversado con Francesco Giuffrida, profesor de Horticultura y Floricultura en el Departamento de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente de la Universidad de Catania.
El profesor Francesco Giuffrida
Una gestión adecuada se traduce en mayor rendimiento
"Si se gestionan adecuadamente, las técnicas de cultivo sin suelo pueden traducirse en mayores rendimientos y en una mejor calidad con un menor uso de agua y minerales. Por supuesto, para estos cultivos solo hay disponible una cantidad limitada de sustrato. Por ejemplo, las plantas puede utilizar un volumen de hasta 150 litros en los cultivos normales, mientras que solo utilizan 6 en los cultivos sin suelo. Esto se corresponde con 12 y 2 litros de agua por planta en suelos arenosos y sustratos orgánicos, respectivamente".
La gestión de cultivos sin suelos, por tanto, es algo más delicada precisamente por la ausencia de suelo. Probablemente, esto explique por qué los productores se decantan por sustratos orgánicos como fibra de coco, que tiene una mayor inercia química y retiene más agua.
Elección de sustratos
"No obstante, los sustratos orgánicos podrían plantear algunos problemas en comparación con los inorgánicos, como el hecho de que son más difícil de reutilizar a lo largo de los años y su propia inercia química, que complica más el control de las soluciones nutritivas en contacto con las raíces. sin embargo, la eliminación de los sustratos orgánicos es más sencilla, pues se pueden considerar un subproducto".
Elección de sustratos
"No obstante, los sustratos orgánicos podrían plantear algunos problemas en comparación con los inorgánicos, como el hecho de que son más difícil de reutilizar a lo largo de los años y su propia inercia química, que complica más el control de las soluciones nutritivas en contacto con las raíces. sin embargo, la eliminación de los sustratos orgánicos es más sencilla, pues se pueden considerar un subproducto".
La elección de un sustrato a menudo tiene que ver con los aspectos económicos (coste de compra, coste anual, etc.) más que con sus características físicas y químicas, las cuales, sin embargo, resultan esenciales para calcular el volumen de riego correcto.
Cultivo sin suelo
"El volumen de agua que retiene un sustrato –que puede estimarse de manera empírica o medirse con un análisis preciso– y el porcentaje de drenaje son esenciales para evaluar la cantidad de agua necesaria para cada riego. No existe un valor fijo en lo que a porcentaje de drenaje se refiere, pues demande de la conductividad de la solución de nutrientes y de la tolerancia del cultivo a la salinidad y, por consiguiente, a su respuesta en términos cuantitativos y cualitativos. Además, la conductividad de la solución que entra en contacto con las raíces no se corresponde con la drenada".
Frecuencia de riego
Otro aspecto que tener en cuenta en lo que se refiere a la correcta gestión de los cultivos sin suelo es la frecuencia de riego. Los productores tienden a regar demasiado para evitar el estrés, por lo que derrochan tanto agua como fertilizantes y, en ocasiones, se provoca la muerte de los plantones jóvenes por asfixia y pudrición de las raíces.
Los métodos para definir de manera objetiva la frecuencia de riego se basan en la medida (sensores volumétricos) o en la estimación (modelos matemáticos como Penman-Monteith) de la humedad del sustrato o en la medida (escalas) del agua utilizada por los cultivos. La aplicación de estos métodos requiere de un cierto nivel de conocimientos técnicos y de la adaptación a diferentes condiciones de aplicación.
Los métodos para definir de manera objetiva la frecuencia de riego se basan en la medida (sensores volumétricos) o en la estimación (modelos matemáticos como Penman-Monteith) de la humedad del sustrato o en la medida (escalas) del agua utilizada por los cultivos. La aplicación de estos métodos requiere de un cierto nivel de conocimientos técnicos y de la adaptación a diferentes condiciones de aplicación.
Otro ejemplo de cultivos sin suelo
Soluciones de nutrientes
Un último aspecto que tener en cuenta es la composición de las soluciones de nutrientes, pues las formulaciones a menudo se crean en entornos (centro-norte de Europa) con un clima distinto al mediterráneo.
"En nuestras condiciones, la cantidad de nutrientes absorbidos por las plantas por unidad de volumen de agua puede ser significativamente menor que en el centro-norte de Europa. Una solución menos concentrada ayudaría a reducir problemas debido al agua de mala calidad y a la liberación de grandes cantidades de elementos minerales en el suelo. Por último, considerando lo alta que es la competitividad en el sector y el nivel público de concienciación sobre los problemas medioambientales y las sustancias perjudiciales presentes en los alimentos, el uso de técnicas de cultivo sin suelo podría ser una oportunidad interesante".