Por suerte, los distribuidores locales, como las cooperativas, ayudan a hacer saber a los consumidores qué es exactamente la fruta. "Atrae a los consumidores informados porque, estéticamente, pierde su atractivo muy rápido", añade. "Por tanto, las cooperativas tienen éxito con esta fruta porque les hablan a los clientes sobre ella, ponen carteles y demás". Los consumidores consumen la fruta de muchas formas: como snack, como ingrediente para zumos, en cócteles o en productos de panadería y helados.
Preocupa la regularidad
No obstante, lo que plantea un desafío es la regularidad de la oferta. "Tenemos fluctuaciones", asegura, y señala que el volumen de la cosecha del año pasado fue mayor de lo esperado. "Para la oferta de este año esperamos la misma cantidad, posiblemente un poco más". Otro desafío es que la vida útil es corta; si bien dura de una a dos semanas, el producto puede empezar a arrugarse entre el tercer y quinto día, pese a que por dentro permanece intacto.
Sin embargo, a pesar de todo lo anterior, el precio se mantiene relativamente constante, aunque preocupa lo que otros productores lleven al mercado. "Tenemos certificación ecológica y vendemos un poco más caro", reconoce. "Pero hay otros productores que están inundando el mercado con fruta muy barata y eso nos lo pone difícil".