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Juan Antonio Jiménez, de Primaflor

España: “Todo lo que no aporte valor al producto está de más”



Juan Antonio Jimémez, afirma en una entrevista que más de la mitad de su vida ha trabajado en Primaflor, donde ha pasado por muchos de los departamentos de la empresa. 

"Comencé en el de costos, en las fincas de las pilas, guardo gratos recuerdos de aquellos tiempos. Allí fui después jefe de equipo y finalmente de finca. Pasado un tiempo me nombraron responsable del departamento de Control de Calidad. Allí, junto con un buen equipo, nos encargaron la difícil tarea de poner en marcha los métodos de trabajo necesarios para conseguir certificaciones de calidad de los diferentes clientes. Esta etapa duró casi diez años. 

"Posteriormente, pasé a realizar labores de coordinación de cosecha. Conseguimos crear un equipo que mejoró mucho la coordinación de los pedidos entre ventas y campo. Después me invitaron a tomar la dirección comercial en el área de exportación. Esta etapa, que duró casi seis años, conllevó muchos cambios para mí, que no tenía mucha experiencia en ventas. Me ayudó a entender el funcionamiento de los mercados y conocer qué aportaba valor en el producto para el cliente. 

"En estos dos últimos años he vuelto al campo con los compañeros de toda la vida, pero con una visión mucho más amplia por toda la experiencia de las distintas funciones realizadas en Primaflor. Intento transmitir el punto de vista del cliente, recalcando aquello de que todo lo que no aporte valor al producto está de más".

¿Cómo ha evolucionado la producción de fresco desde que nace Primaflor?

"'Drásticamente' sería la palabra que mejor puede describir dicha evolución, tanto en cantidad, calidad como en variedad. Empezamos con cierta regularidad en año 1989 con dos tipos lechuga iceberg y lechuga baby. Ese año para la lechuga iceberg el programa fue de 8 millones de unidades unas 150.000 piezas semanales. Actualmente plantamos unos 150 millones cosechando una media semanal de 3,5 millones, o sea que lo que antes era el trabajo del almacén de toda una semana ahora lo confeccionamos en tres horas de trabajo. Por extrapolarlo también en hectáreas, entre los dos cultivos iniciamos andadura con 170 hectáreas, hoy cultivamos cerca de las 6.000 con 60 tipos de lechugas diferentes. En cuanto a la calidad, todos hemos sido partícipes de los cambios que se han ido realizando año tras año en este aspecto hasta conseguir estar acreditados para trabajar con los clientes más exigentes de toda Europa".

La campaña está terminando ahora, ¿cuánto ha aumentado la producción en los meses de invierno respecto del resto del año?

"No, tradicionalmente decíamos que la campaña se terminaba allá por el mes de mayo cuando las exportaciones paraban y solo nos quedábamos con las ventas en mercado nacional, que suponían el 40% de la actividad. Afortunadamente, ahora no hay tanto desequilibrio entre la campaña de invierno y la de verano. Estamos incorporando una serie de nuevos cultivos que nos permite alargar la campaña hasta prácticamente el mes de agosto, lo que da más trabajo para esos meses en los cuales la actividad caía drásticamente".

¿Se cultivan también más variedades en campaña?

Sí, todas las campañas damos de alta del orden de 5-8 cultivos diferentes hasta los 60 que tenemos en producción actualmente. Por otro lado, también se descatalogan otros porque han dejado de ser interesantes para nuestros clientes. Pasa un poco como con la moda, unos años son los productos estrella y, al pasar un tiempo de popularidad, unos pocos acaban perdiéndose".

La lechuga que más se exporta es la iceberg, ¿qué otra variedad se puede destacar?

Por volumen sería la lechuga little gem (más conocida como baby), aunque otras variedades como romanas, lollo u hojas de roble vienen empujando fuerte. El incremento más notable ha sido el de las minihojas: está creciendo a un ritmo muy bueno, tanto en cantidad como en variedad. Ya manejamos más de catorce tipos diferentes, siempre buscando colores y sabores diferentes que realcen las clásicas ensaladas.
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