Los investigadores se preguntaron cuál era la razón de este comportamiento, que tiene que ver tanto con nuestra forma de reaccionar a las emociones como con la perspectiva del tiempo. Las personas que se sienten tristes tienden a centrarse en el "aquí y ahora" y, por tanto, solo perciben las características sensoriales de los alimentos, sin plantearse si es saludable o nutritiva. Al mismo tiempo, cuando alguien se siente feliz, su perspectiva es más amplia y se centra en el aspecto conceptual de los alimentos.
En cuatro experimentos distintos, los investigadores analizaron a un total de 787 personas: todas las pruebas mostraron que tendemos a valorar más positivamente los alimentos autoindulgentes (dulces o similares) tras leer historias tristes, mientras que las personas que leyeron sobre temas más alegres manifestaron una preferencia por alimentos más saludables, incluso si estas personas eran de edad más avanzada.