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Entrevista con Bruno Rouquette y Céline Mura, de Groupe Rouquette

La competencia en el mercado de la manzana será más intensa en el segmento de los precios bajos

Groupe Rouquette es una compañía familiar francesa que lleva cincuenta años en el negocio frutícola. Cuenta con tres plantas de envasado; una dedicada a las manzanas, los ciruelas y los melones, otra dedicada a los kiwis y a las fresas, y una nueva abierta en febrero, también centrada en las manzanas.


Cámara frigorífica donde se almacenan los productos para ser inspeccionados y transportados.

“La firma trabaja con una red de productores locales que nos aportan sus productos, los cuales envasamos y distribuimos tanto en Francia como en el mercado de exportación. Actualmente, las exportaciones representan en torno al 10%, porcentaje que tratamos de incrementar, naturalmente”, explica Céline Mura. "El grupo también ha lanzado recientemente su nuevo bushel, además de participar en la edición de Fruit Attraction y Fruit Logistica de este año para estimular las ventas de exportación”.

Los mercados de exportación de la compañía están principalmente en Europa, aunque también envían a Dubái y los EAU, y recientemente a comenzado a exportar manzanas Gala, Red Chief y Fuji a China. Céline afirma: “Trabajamos durante un año en el acuerdo y tenemos pensado empezar pronto también con los kiwis”.

Bruno Rouquette afirma: “Para mí, no hay mercados grandes o pequeños, sino mercados buenos y malos, y yo creo que China es grande, pero también complicado. Lo primordial es el precio final en contraste con el coste de producción. Por suerte, exportar a China es más barato que a Arabia Saudí”.


Bruno Rouquette, propietario de la nueva planta de envasado en Damazan.

Se envían diferentes variedades a diferentes países en función de las preferencias de estos, aunque Bruno dice que “la preferencia de frutas con un buen aspecto se ha convertido en un gran problema, pues el aspecto no necesariamente va de la mano del mejor sabor. España es, probablemente, el único país donde el sabor sigue siendo lo que más importa”.

En cuanto a la competencia con otros productores europeos, Bruno asegura que los diferentes países se centran en diferentes características para llegar a unos consumidores en concreto. “Un cliente de Madrid me dijo que las manzanas polacas se buscan por su precio; las italianas, por su aspecto, pero que las manzanas francesas tienen el mejor sabor”.

En cualquier caso, Polonia tiene una producción muy abundante, además del equipamiento adecuado de calibrado, mientras que Francia pierde productividad y competitividad, lo que indica que solo los mejores productores están logrando sobrevivir.

Bruno opina que esta tendencia continuará y que “solo las variedades club especiales, es decir, las que Polonia no puede producir, prevalecerán, y que Francia seguirá perdiendo cuota de mercado en los países en los que el precio es el aspecto más importante”.


Etiquetado de manzanas Chanteclerc.

Respecto de esas variedades, Bruno explica que la mejor es, sin lugar a dudas, la Pink Lady, aunque su venta comercial en Francia está controlada por muy pocas compañías. “La Pink Lady es muy rentable, pero solo si está bien controlada; sin embargo, nosotros podríamos llegar pronto a un acuerdo para poder envasarla”.

En lo referente al impacto del veto ruso sobre el mercado de la manzana y a la sobreoferta rusa, Bruno opina que los mercados como Escandinavia y el Reino Unido podrían verse afectados por los bajos precios, pero las manzanas polacas no salen del continente, por lo que los destinos como Asia probablemente no se verán afectados. “La competencia será más intensa en el mercado de los precios bajos”.

En cuanto a los kiwis, Groupe Rouquette es uno de los mayores exportadores de Francia y en estos momentos tanto España como los Países Bajos prefieren los kiwis franceses al producto italiano, “algo que no se debe al clima, sino a los métodos que se utilizan para su cultivo”, asegura Bruno. También se exportan a mercados como Alemania, Suiza o Asia.

Los kiwis son rentables, con una temporada de producción que alcanza 25 toneladas a precios que rondan los 0,85 euros por kilo. “El único gran problema es la plantación, que es muy cara, pero una vez hecha esa inversión, los costes de mantenimiento son casi nulos, porque no se necesitan tratamientos”, afirma Bruno.

La compañía mantiene una relación muy estrecha con los trabajadores, a quienes les proporciona apoyo y asesoramiento; Bruno señala que “todos los productores son fieles. Además, no tenemos problemas en términos de productividad o competencia en el mercado local”.

Haga clic aquí para ver el reportaje fotográfico.

Fecha de publicación: