El profesor Robert Abbott, de la Universidad Shiga de Ciencias Médicas de Otsu (Japón), y sus colegas han publicado los resultados de un estudio en el que participaron 229 japoneses estadounidenses residentes en Hawái. Los sujetos varones proporcionaron datos para el estudio, incluida la cantidad de leche que bebían. Después de morir, donaron sus cerebros a la ciencia.
Se sabe que la leche en el archipiélago estuvo contaminada por un producto fitosanitario; la sustancia probablemente llegó a la leche a través del pienso del ganado. En los años 80, se encontraron elevadas dosis de la sustancia en la leche y el agua subterránea. En aquel entonces, el heptacloro se usaba mucho en el cultivo de piñas.
Los investigadores señalan que no existe una causa directa del desarrollo mostrado de la enfermedad de Parkinson. El estudio solamente muestra que existe una relación. "Aún hay que seguir estudiando la conexión potencial entre el consumo de leche, el heptacloro y el desarrollo de la enfermedad de Parkinson", concluye el estudio.
El estudio puede contribuir a un mayor conocimiento sobre el desarrollo de la enfermedad. Varios estudios diferentes muestran que no hay una conexión genética clara, así que puede que haya factores externos que ejerzan un papel crucial. Según la Fundación Estadounidense contra la Enfermedad de Parkinson, en el 85% de los pacientes no está clara la causa de la enfermedad.