La empresaria asegura que si no hay herramientas para mejorar la competitividad del sector exportador de la fruta en fresco, la producción se tendrá que volcar en el mercado interno que irremediablemente terminará colapsado.
Dirige, junto a sus hermanos, empresa familiar de General Alvear Escartín S.A. dedicada a la producción, empaque y exportación de frutas frescas. A Claudia Escartín, le preocupa el escenario adverso para los negocios con el exterior. Revela que se está perdiendo rentabilidad y advierte que las empresas pueden terminar quebrando.
En su diálogo con Fincas, Escartín lamenta que se esté en riesgo de “tirar por la borda” las inversiones del sector privado y del propio Estado, en una actividad que podría ser competitiva en el mundo.
-¿Es posible hacer un balance preliminar de la campaña 2011-2012?
Los volúmenes de exportación de frutas frescas a Europa apenas alcanzaron un 30% de los de la temporada 2010-2011. Esto se da por una cuestión de precios. Chile y Sudáfrica tienen precios más atractivos que los nuestros en frutas de carozo (duraznos, nectarines y ciruelas).
Chile colocó sus productos a un precio CIF (una caja puesta en el puerto de destino) equivalente al precio FOB Buenos Aires que necesitaba Argentina para poder cubrir sus costos y tener un mínimo margen de rentabilidad.
-¿Qué ha sucedido en el mercado brasileño?
También se ha visto inundado por frutas de carozo de Chile. Eso, otros años, no se observaba. Brasil reconoce que la calidad de Mendoza es superior, pero el producto chileno es más barato y nos deja fuera de competencia, o n os obliga a vender a precios que apenas cubren los costos.
-¿Por qué no se puede competir con los precios de Chile?
Porque Argentina viene desde fines del 2007 en adelante teniendo incrementos del orden del 25% al 30% en sus costos, con un tipo de cambio que no acompaña ese movimiento. Es lamentable que todas las inversiones que se han realizado para poder abastecer a esos mercados: recambio varietal de cultivares que resistan el tránsito hasta Europa; incorporación de tecnología en poscosecha (de empaque y frigoríficos), certificación de normas de calidad, mejora en técnicas de producción, entre otras, se pierdan porque no podemos competir por los costos. Si no hay precio no hay mercado y entonces vamos perdiendo las posiciones que tanto esfuerzo nos costó alcanzar.
-¿Cómo es el caso de la pera?
Las exportadoras de Río Negro esta temporada han desviado a Brasil volúmenes que normalmente iban a Europa, y están sobreofertando el mercado con la consecuencia inmediata de la caída de precios. Los envíos de Mendoza, hasta el momento, no han llegado al 30% comparado con el año pasado. Una vez que la pera está empacada todos nos resistimos a vender por debajo del costo, esperando que el precio en algún momento suba, mientras tanto se va sumando el costo del servicio de frío y si después no se puede vender al precio pretendido, lo único que se consigue es incrementar el nivel de pérdida.
-¿Pero la caída de los envíos a Brasil se debe, en parte, a una decisión de los exportadores mendocinos?
Si. No se puede vender por debajo del costo eternamente, hemos empacado un 35% del volumen de un año normal, porque en las condiciones actuales el negocio no cierra. El resto de la producción se ha destinado a industria porque el mercado interno es mínimo y los precios lamentables. El productor que tenía fruta de calidad, quería un precio que el mercado externo no estaba dispuesto a afrontar.
Nosotros no somos formadores de precios; el precio lo pone el mercado internacional. Por eso, el hecho que la oferta de fruta mendocina de calidad exportable haya sido menor este año, no hace subir el precio internacional.
Entonces, sí, en parte fue decisión propia, porque no se podía pagar ese precio para exportar. En este contexto, las plantaciones de pera van a ir desapareciendo o abandonándose, generando pérdidas económicas y de fuentes laborales en la provincia.
-¿Ustedes embarcan peras a Europa?
Normalmente si; pero este año no hicimos ningún embarque porque los precios que ofrecían los importadores europeos eran para perder de 3 a 4 dólares por caja. Por eso este año, en pera, nosotros directamente no embarcamos a Europa.
-Ahora bien, si los precios no han sido los mejores, esas pocas operaciones ¿se hicieron a costa de utilidad o de capital? Es decir, ¿dejaron de ganar o perdieron plata?
Depende del mercado. Hay situaciones en las que se pierde plata, pero uno tiene que tratar de ver un horizonte en el mediano y largo plazo. Uno espera que esa situación se revierta. Cuando se han realizado muchas inversiones y se ha fijado un norte en lo comercial, es muy triste resignar todo ese esfuerzo.
Por eso tratamos que de mantener continuidad en el mercado internacional. Pero eso no es sostenible en el tiempo, si continúan las condiciones que se vienen dando hasta ahora.
-¿Cómo van a seguir a partir de ahora?
Es una pregunta difícil de responder. Con seguridad las inversiones se van a reducir a su mínima expresión y no hay más remedio que achicar las estructuras. Uno está involucrado en este negocio en el que las inversiones están enterradas, la impotencia es grande cuando desde el sector se ha trabajado para poder exponer el cuadro de situación ante el Gobierno provincial (porque la idea era trabajar en forma conjunta), y no hemos tenido respuesta.
No puede concebirse, por ejemplo, que las exportaciones regionales sigan teniendo retenciones; que un exportador argentino tenga que esperar más de un año para obtener la devolución del IVA, sólo por mencionar sólo algunas de las dificultades que afrontamos.
Fuente: Losandes