Guatemala: Durazno injertado goza de aceptación
Fernando Socoy Ardón, de la aldea Santa Isabel, explicó cómo evolucionó la calidad de este fruto con el paso de los años.
“Hace 20 años viajé a California, EE. UU., donde aprendí a hacer injertos en árboles de durazno, y cuando regresé, me traje la semilla, que se llama flor de lis —especie parecida a la que aquí se conoce como prisco—. La sembré y dio frutos, y con el tiempo varios vecinos adquirieron semillas. Desde entonces se han ayudado económicamente con la venta de lo que cosechan”, relató.
Agregó que en cada cosecha se hacen entre 10 y 12 cortes, se vende por caja y el fruto se clasifica en tres tamaños. El de primera vale Q250; de segunda, Q125, y de tercera, Q75.
El agricultor Leopoldo Socoy afirmó que ese producto tuvo aceptación en las aldeas Santa Isabel y El Durazno, Chimaltenango, y otros municipios como Zaragoza, San Martín Jilotepeque, Tecpán Guatemala.
“Gracias a Dios las primeras lluvias hicieron que el fruto creciera más de tamaño, y a la fecha tenemos buena cosecha. Los que nos compran el durazno son empresas de la capital, aunque cada año varias familias de la comunidad y otros lugares compran el producto y la venden a la orilla de la carretera”, dijo Socoy.
Fuente: Prensalibre.com