Al viento se unió la lluvia que cayó sobre unas ramas todavía débiles, rompiéndolas.
En la finca de Miguéns, la primera de este tipo que hubo en la comarca, explica su propietario, hay doscientas plantas y todas han resultado, en mayor o menor medida, dañadas por los temporales de las últimas jornadas. Las que se rompieron, este año ya no darán ningún fruto.
Sin embargo, Francisco Miguéns subraya que es difícil calcular los daños porque todavía no sabe cuál será la cosecha, ni tampoco el precio al que podrá vender la fruta.
El viento llegó justo en el peor momento para el kiwi, señala Miguéns. Hace treinta años que tiene la plantación, de media hectárea, y dice que siempre ha dado una buena producción.
Fuente: Lavozdegalicia