El 67% de las semillas en todo el mundo están controlados por empresas como Bayer, Monsanto y Syngenta. La entrada de nuevas variedades es costosa. Los proveedores pequeños rara vez pueden costear el procedimiento, pero sí grandes empresas. Las nuevas variedades tienen 30 años de protección después de la admisión. Durante este período gana el productor, eso el lo que Ellenberg multa. Las compañías también deben recuperar sus inversiones, pero, ¿qué pasa después de esos 30 años, cuando las especies son retiradas del mercado debido a que no rinden. "Después de esos 30 años podría ser que cada uno debe cultivar patatas. No puede ser que desaparezcan del mercado sólo porque el sector de la transformación no es rentable y no se pueda hacer más."
Los productores discuten si las nuevas variedades son mejores. Ellos quieren más rendimiento y una mejor resistencia a las bacterias y la descomposición. La liberación de las variedades, sin embargo, significaría que cada cultivador podría producir la semilla, que daría lugar a una calidad inferior. Ellenberg cree, sin embargom, que "el peligro de la agricultura industrial, cuando todo el mundo tiene el mismo cultivo, es que existen sólo diez variedades diferentes de patatas." Ellenberg piensa que es una idea terrible.