Yoshikawa y su equipo extrajeron un virus no virulento de las manzanas, después le implantaron dos genes distintos que aceleran e inhiben la floración. A continuación, el equipo implantó el virus en plantones poco después de su brotadura.
Estos manzanos comenzaron a florecer en un periodo de entre mes y medio y tres meses, y dieron frutos once meses después de la transmisión del virus.
Las semillas extraídas de estas manzanas germinaron de forma normal. Según los investigadores, es posible que parte del gen que inhibe la floración bloquee al gen original que controla el crecimiento de la manzana.
El método puede reducir el periodo de cultivo sin modificar la estructura genética del árbol. El virus implantado tiene pocas probabilidades de ser transmitido a las generaciones futuras. Asimismo, el método no tiene impacto en los insectos. “Mediante la repetición del cultivo de manzanas con esta técnica, será posible cultivar varias generaciones de manzanas en un corto periodo de tiempo", asegura Yoshikawa.
El cultivo de manzanas silvestres, que son resistentes a las enfermedades, suele llevar mucho tiempo. Sin embargo, se espera que este corto periodo de tiempo dé lugar a una gama más amplia de variedades.
Masahiko Yamada, director de la División de Fitotecnia y Gestión de Plagas del Instituto Nacional de Frutales de la Organización Nacional de Investigación Agrícola y Alimentaria, alabó el método: "Si se pone en práctica, el cultivo se acelerará de forma significativa y será posible utilizar los genes de manzanas silvestres. Podría dar lugar a la producción de una variedad de manzanas con poca necesidad de productos químicos agrícolas".
Fuente: the-japan-new.com