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Chile: Horst Paulmann creó Jumbo vendiendo fresas y nueces

Horst Paulmann, que el 16 de noviembre, en Cartagena de Indias, celebró los 50 años de su compañía con el Cencosud Day y algunos de sus ejecutivos exponen sobre la empresa y el mercado de Colombia frente a miembros de la directiva, analistas económicos e inversionistas en un salón del hotel Santa Clara, un exconvento situado en medio de la ciudad amurallada.



Han pasado 50 años desde que con su hermano Jürgen abrieron el primer supermercado, Las Brisas, en Temuco (sur de Chile), y dice que si entonces hubiera sabido que iba a ser el dueño de un imperio del retail con más de 1.000 locales en cinco países, le hubiera dado un infarto. Un imperio que no se habría imaginado cuando era un niño y tuvo que salir de la Alemania de la postguerra junto con su padres y hermanos a Argentina.

Cuenta que el Horst Paulmann "supermercadista" nació cuando trabajaba en el restaurante Quinta de Recreo las Brisas de Temuco, junto con su hermano Jürgen, y un amigo les trajo unas bandejas de fresas para vender. Las pusieron en el mostrador y las vendieron a la media hora.

"Y al día siguiente, lo mismo con las nueces. Entonces dijimos: ‘Para qué vamos a trabajar en el bar hasta las tres de la mañana’. Cerramos el bar y abrimos una tienda de delicatessen de 45 metros cuadrados. Nos fue muy bien. Atendíamos vestidos de cocineros con gorro blanco, vendíamos un kilo de azúcar, un poco de sal, medio kilo de jamón y pollo muerto. Fue un gran éxito. Al año siguiente cerramos el restaurante y abrimos el primer supermercado, de 400 metros cuadrados".

Más tarde separó aguas con su hermano, emigró a Santiago y fundó los Jumbo de Kennedy y Bilbao.

— ¿Por qué eligió un elefante como marca?

— Porque pisa fuerte. Es un animal con mucha resistencia, muy inteligente.

Luego vinieron los centros comerciales en Argentina, los Easy, la compra de París, Santa Isabel, Johnson, la apertura en la Bolsa, el retail financiero y la conquista de América Latina. Es, según la revista Forbes, el segundo hombre más rico de Chile. Es también uno de los primeros en llegar a la oficina por la mañana y de los últimos en irse por la tarde, y se involucra en los más ínfimos detalles de la compañía, de la cual tiene más del sesenta por ciento. Hoy, a los 78 años, bromea con su futuro:

"Estoy recién empezando. Todos los contratos que firmo hoy los hago a más de 30 años porque yo quiero estar presente para la renovación".

La jubilación es un tema del que no le agrada conversar.

— ¿No ha pensado en retirarse?

— ¿Retirarme de qué?

— De la empresa. 

— ¿Se va a retirar usted? ¿Cómo se va a retirar usted, si la vida es muy linda? Yo me siento bien, así que yo le pido que si usted cree que yo estoy medio loco avíseme ya y mañana me retiro.

— Su vida pareciera ser el trabajo.

— Toda la vida es trabajo. Usted, aunque esté jubilado, tiene que levantarse en la mañana a hacer su café, a hacer su cama, a limpiar su casa y hacer el jardín. Cuando uno trabaja en una oficina es muy agradable, muy cómodo, si es empleado hace lo que tiene que hacer y llega a la casa y la señora le tiene el pisco sour preparado y todo listo. Y nadie lo controla. Y el jubilado se mete en la cocina, la señora se enoja y quiere saber dónde anda todo el día.

¿Se considera un adicto al trabajo?

Yo no sé lo que es ser un adicto al trabajo. Yo trabajo porque me gusta, y hago mis deberes y cumplo con mi trabajo. Los seres humanos no hemos nacido para no hacer nada, hemos nacido para servir a terceros.

— ¿Qué costos personales ha tenido que pagar por esta dedicación?

Mire, este es un tema complicado, porque no existe algo perfecto. Estoy con ganas, entusiasmo, no estoy loco, voy a estar al pie del cañón, así que no me lleve al cementerio de un día para otro, porque no tengo ganas.

— ¿Cuál es el secreto del éxito de Paulmann?

— Ser perseverante y tener una meta: allá voy. Si usted quiere tener éxito como empleado, tiene que hacer más que lo que su jefe le pide. Cuando el jefe le pide algo, tiene que tener la solución y mucho más. Yo soy muy exigente, me molesta la gente incumplidora que hace los trabajos a medias.

— Mucha gente le tiene miedo.

— Los que me tienen miedo son los que no hacen bien su trabajo. Yo puedo ser un tipo muy simpático, pero cuando veo que la persona no va para adelante ni para atrás, y que no llega a las 8 y media sino que a las nueve y cuarto, eso no corresponde. Lo único que puedo decirle es que la gente que trabaja con nosotros lleva muchos años, y los que han salido de la compañía quieren volver, así que algo deben tener Cencosud y Paulmann que tan malo no puede ser. Me llegan dos o tres correos electrónicos a la semana en que me piden que los deje volver a Cencosud.


Fuente: Eltiempo.com
Fecha de publicación: