Para llegar a esta uva, del tipo Thompson Seedless, compraron los derechos en Estados Unidos de la tecnología que posteriormente fue perfeccionada en el país, para contar con una plataforma de transformación genética. Es una de las primeras experiencias en el mundo, por lo que va a generar gran impacto, explica Rodrigo Cruzat, gerente del consorcio integrado por instituciones como Fundación Chile, Inia, Fedefruta, Univiveros y universidades.
Desde el punto de vista comercial, Cruzat advierte que hay que ser cautelosos porque muchos mercados se resisten a consumir este tipo de productos, pero resalta que Chile se encuentra en una posición ventajosa ya que existe mucha tecnología desarrollada para la investigación transgénica en vides en comparación a Estados Unidos, Europa u otros mercados, que se han enredado en la polémica y han invertido poco.
Biofrutales espera desarrollar lo mismo en la línea de frutas de hueso (melocotones y nectarinas), y para ello están patentando una inédita plataforma de transformación genética que no existe en el mundo. "Si alguien quiere hacer investigación genética en esas frutas, tendrán que pedirnos la licencia", acota Cruzat.
La uva es la principal fruta que produce Chile, por lo que tiene una importancia mayor que otras. Al ser una especie muy utilizada, los cambios que se pueden hacer son tan sutiles que se necesita de mucho trabajo para lograrlo. Por ello se han centrado en uvas de mayor sabor, calibre, sin semillas, buena poscosecha para mercados lejanos y con una estructura de racimo que reduzca el uso de mano de obra. Cruzat añade que acaban de adjudicarse tres proyectos en InnovaChile y Fondef por 5.800 millones de pesos —unos 8 millones de dólares—, a diez años, lo que le permitirá dar continuidad a los proyectos que están desarrollando.
Fuente: Df