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Los facilitadores, llevados a juicio

Esclavitud moderna en plantaciones italianas

En el sur de Italia, existen trabajadores explotados que trabajan durante muchas horas, no tienen derechos y a menudo son engañados con sus salarios. Muchos son también víctimas de una grave violencia. Se los llama "esclavos modernos", quienes cosechan los alimentos que a menudo acaban en los platos noruegos.

Esclavitud moderna

Las redes de crimen organizado en el norte de África e Italia —incluida la mafia— colaboran para introducir personas en Italia de forma ilegal y así obtener mano de obra agrícola barata. Los africanos pagan miles de euros. Los productores les entregan una garantía de trabajo por escrito para así poder obtener permisos de trabajo temporales. Los inmigrantes entran de forma legal en Italia, pero los trabajos no existen.

No hablan el idioma, tienen incontables deudas y no disponen de un trabajo o lugar donde quedarse. Los contactos introducen cientos de trabajadores inmigrantes y controlan todos los aspectos de sus vidas.

El caso de Alí Agrebi

Alí Agrebi (de 32 años) llegó a Palermo, la capital siciliana, en un ferry. Todo parecería ir bien, podría ofrecer a su familia una vida mejor.

A Agrebi le prometieron un trabajo en una floristería con un salario mensual de 1.200 euros y un piso agradable, pero el tímido africano de baja estatura comienza a inquietarse cuando su contacto lo lleva a una choza ruinosa sin electricidad, agua ni cuarto de baño. El tejado está cubierto de amianto y debe dormir en el suelo con otros cuarenta africanos.

—Esto no es lo que acordamos—, se queja Agrebi.

Esa tarde, Hassen (el contacto) recibe una llamada del agricultor Giuseppe. 

—Necesito cincuenta recolectores. ¿Puedes ayudarme?

—Sin problema, tengo un nuevo grupo de tunecinos.

Al día siguiente, Agrebi y el resto de africanos deben cosechar berenjenas, pimientos y tomates cherry. Trabajan de cinco de la mañana a siete de la tarde, siete días a la semana y sin salario.

—Tengo que gastar dinero para arreglar los papeles, pagar vuestra comida y el lugar donde dormís. Me debéis mucho dinero. Hasta que la deuda esté pagada, me pertenecéis.

De Sicilia a Apulia 

Agrebi logró escapar y unas semanas más tarde estaba mendigando en las calles de Apulia. Dormía bajo los olivos con unos cartones. Otro contacto lo encontró.

—Veo que necesitas un trabajo. Yo puedo ayudarte.

A Agrebi lo llevaron a una casa en ruinas con cientos de africanos más que dormían en el suelo, sin electricidad, agua corriente ni retrete.

—Trabajarás cosechando tomate. Eres libre de viajar, pero no puedes trabajar aquí sin mí como mediador—, les decía el contacto antes de recoger todos los pasaportes.

El salario son entre 20 y 25 euros al día. Se les descuenta 5 euros por el alojamiento y otros 5 por el transporte hasta las plantaciones de tomate, así como otros tantos por la alimentación y el agua. Agrebi no tenía más opción. Tiene que conseguir dinero para pagar las deudas de su familia.

Cuando los trabajadores ya no pueden seguir trabajando después de sufrir malnutrición e incluso maltratos, simplemente son reemplazados por otros nuevos.

Sistema antiguo

Este sistema de tráfico en el sector agrícola tiene más de cien años. Cuando un agricultor necesita cosechar los cultivos, busca un contacto, quien le proporciona los trabajadores. Todos los salarios se le pagan a esa persona.

"Esos contactos pueden ganar hasta 75.000 dólares al mes, incluso más", afirma la antropóloga Sarah Curci.

Recurrir a ellos ha sido prohibido, pero según un importante estudio publicado la pasada semana, esta práctica ha incrementado drásticamente en los últimos años.

"En el pasado, el uso de dichos contactos estaba limitado a la agricultura en el sur de Italia; ahora se ha extendido a otras partes del país, también hasta zonas agrícolas más desarrolladas en el norte de Italia", asegura Placido Rizzotto, autor del informe, que también contó con la contribución de algunos de los principales fiscales antimafia de Italia.

El uso de facilitadores en la agricultura se ha extendido a 18 de las 20 regiones de Italia. Los traficantes han explotado a 400.000 trabajadores, y una cuarta parte de ellos trabaja y vive en condiciones cercanas a la esclavitud".

Consecuencias

Agrebi acudió a la policía, lo que permitió acusar a 22 facilitadores y agricultores de práctica de esclavitud, tráfico de humanos y explotación. La pena máxima son 30 años de prisión. Es la primera vez que un caso de estas características es llevado a los tribunales en Italia.

La familia de Agrebi sigue teniendo enormes deudas, pero, a pesar de ello, Agrebi está satisfecho de haber acudido a la policía. "He conservado mi orgullo. Puedo caminar con la cabeza alta", dice.

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