Lo cierto es que, dado que Italia solo produce el 5% de las patatas europeas, influirá poco en los precios. Por esta razón, el veto ruso no debería afectar demasiado al mercado interno.
"Lo positivo es que todas las campañas que hemos desarrollado para promocionar el producto nacional por fin están dando resultados. Ahora se prefiere gastar un poco más y comprar patatas italianas".
Foto tomada en el establecimiento Eataly de Génova, un ejemplo perfecto de cómo promocionar las patatas italianas tratándolas como un producto de nicho.
Son las grandes compañías transformadoras las que imponen la ley en Europa: "Gestionan millones de toneladas, por lo que cualquier variedad o zona de abastecimiento que escojan tiene un gran impacto. Por ejemplo, podrían considerar algún producto no adecuado para el procesado o buscar nuevos proveedores. En ambos casos, el efecto sobre los precios será considerable".
Moderna planta procesadora en el norte de Europa.
La cosecha en Italia es tardía
En cuanto a la situación nacional, Domenico Citterio habla sobre el retraso con el que la cosecha se ha desarrollado en el norte de Italia. "En algunas zonas acabaron en la semana 37, dos meses tarde. Esto estuvo causado por las lluvias y el suelo embarrado, lo que dio lugar a que el 30% del producto no fuera adecuado para la venta, pues muchos tubérculos estaban deformados o eran demasiado oscuros".
Problemas de calidad par las patatas cosechadas en la llanura padana.
Según Citterio, la llanura del Fucino podría tener mejores resultados, "pues debería haber menores problemas de calidad".
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