Las nueces se utilizaban como juguetes en las cortes imperiales de China en el 220 dC, pero fueron adoptadas por los funcionarios durante la dinastía Qing Dynasty (1644-1912) y han sido un símbolo de estatus intercambiando entre la élite del país desde entonces. La demanda ha crecido a la par de la expansión económica de China, pues los vendedores dicen que son especialmente demandadas por los nuevos ricos y la mafia, que se aprovechan de la economía gris de Pekín.
Años de precios en alza han transformado las vidas de los agricultores del condado de Laishui, a unas pocas horas de la capital. Hace tan solo una década, Li y sus vecinos llevaban una dura existencia cultivando trigo y maíz, pero ahora se toman frecuentes vacaciones de su pueblo de montaña y poseen automóviles de importación, así como apartamentos en una ciudad cercana. Li una vez vendió un apreciado par por 160.000 dólares, pero señala: "Hasta un par de nueces relativamente normal puede ser más caro que el oro, en términos de peso".
"Estamos muy agradecidos por los enormes cambios que nos han traído las nueces. todo nuestro desarrollo depende de ellas", asegura Li, quien dice que cosecha hasta 2 millones de yuanes (325.000 dólares) al año de sus nueces. "Antes, el simple hecho de construir una casa o casarse suponía un gran desembolso para nosotros. No nos imaginábamos que fuéramos a construir casas en la ciudad".
Una locura
Por todo Laishui se pueden ver imágenes de la humilde nuez, brillando en los escaparates, en enormes pancartas en las calles y, como es natural, impresas sobre tarjetas de visita. A los coleccionistas no les interesa el interior comestible, sino que su valor se encuentra en su cáscara rugosa y marrón, que crece protegida por una cubierta verde. Los agricultores buscan entre toneladas de producto para encontrar parejas con hendiduras y estrías lo más simétricas posible, que son las que alcanzan los mayores precios.
El tamaño; cuanto más grandes mejor, y el color también es importante, siendo los marrones más oscuros los más valorados. "Cada una es única y se pone roja cuando juegas con ella", indica el vecino de Li, Zhang Guifu, sosteniendo una manguera de alta presión mientras riega una caja de nueces a las que se les acaba de retirar la cubierta verde. "Son valiosas como objeto de coleccionista y para aumentar el rendimiento del cerebro". Los nombres de las diferentes variedades son tan coloridos como las propias nueces. Está la "sombrero oficial del Gobierno", cuya superficie con hendiduras y cuya forma recuerdan al tocado con borlas de los cortesanos de la dinastía Qing; también la "corazón de pollo" y la "farol" reciben su nombre por la forma que tienen.
En un mercado al aire libre, docenas de vendedores se sientan tras sus nueces, dispuestas en filas o colocadas sobre podios de plástico giratorios. "En el punto máximo de la temporada toa la zona se llena de coches y personas, no se puede ni caminar", relata el vendedor Lin Changzhu, cuya tarjeta de visita muestra dos nueces de color rojo intenso. Sin embargo, las fortunas locales han alentado otra industria en crecimiento: el robo de nueces. Para evitar los robos, los agricultores como Li y Dong han fortificado sus campos con vallas de alambre de espino, perros guardianes y cámaras de seguridad.