Los transportistas sufren una gran presión en Calais por parte de los inmigrantes que intentan entrar en Inglaterra.
Desde la apertura en 1994 del túnel bajo el Canal de la Mancha, que comunica Francia y Reino Unido, Calais se ha convertido en una ruta de tránsito para los inmigrantes ilegales que intentan pasar a Inglaterra.
En los últimos años el problema se ha agravado. Hay miles de “polizones” en un radio de 200 kilómetros alrededor de la ciudad de Calais. Si alguna de estas personas entra en el camión y es detectada cuando entra en el Reino Unido la multa para la empresa transportista puede alcanzar los 3.500 euros por inmigrante y la destrucción de toda la carga, además de la detención del conductor, que puede ser interrogado durante varias horas y se ve obligado a probar su inocencia.
Los tiempos de espera para tomar el tren alcanzan las cuatro o cinco horas, momento que aprovechan los inmigrantes para forzar las puertas de los camiones o abrir los laterales y subirse encima de los palés de mercancías. También suelen aprovechar las paradas de descanso obligatorias y aunque los chóferes intentan detenerse lejos de la zona, esto no es suficiente, ya que el problema está extendiéndose y también se abordan camiones en ciudades más alejadas.
Algunas empresas de transporte belgas y holandesas realizan mediciones de CO2 o de detección de movimiento en sus tráileres para controlar si hay inmigrantes dentro del camión.
Los polizones del norte de África eran los más habituales, pero ahora también se han sumado yugoslavos y albaneses. A veces se trata de familias enteras que intentan entrar dentro del camión.
En el Reino Unido también existe una gran preocupación sobre este asunto que incluso ha llegado a debatirse en el Parlamento inglés.
Es un problema humanitario, pero también ocasiona graves consecuencias económicas para los transportistas.
En la últimas semanas y meses aparecen vídeos donde se muestran estos abordajes y la dureza policial empleada para intentar evitarlos.