Ross Newham y Ed Dobbs, de East Malling Research, explican lo que esta tecnología puede suponer para la industria.
La aplicación de esta tecnología en la horticultura también se basa en el principio de que cada variedad es distinta genéticamente. Si un obtentor va a desarrollar una nueva variedad, cruzará dos plantas de fresas, por ejemplo, y acabará con cientos de semillas de potencial uso, cada una de las cuales es distinta genéticamente. Cuando se escoge el "mejor" plantón tras un proceso de prueba, se propaga de forma vegetativa o mediante clonación. Por tanto, cuando se obtiene una excelente nueva variedad, todas las plantas deben propagarse a partir de esa única planta madre. La huella genética permite a los productores saber que están trabajando con esta variedad específica.
"En el sistema se puede introducir una muestra de la variedad en EMR y se pueden obtener referencias cruzadas en cualquier momento", explica Ross Newham. "Los obtentores de frutas ganan dinero con las regalías aplicadas a las plantas propagadas a partir de su plantón original y que después se venden a los productores, por lo que si un propagador u otro obtentor toma el plantón y lo vende con un nombre distinto y lo reclama como suyo, el obtentor original puede cruzar las referencias y demostrar que es su variedad".
"Este proceso no solo se emplea para dirimir disputas en los tribunales, sino que también lo utilizan las compañías para controlar la calidad o confirmar que están usando las plantas correctas, pues cada año se cultivan miles o incluso millones y existe la posibilidad de que se etiqueten erróneamente de forma involuntaria. En un ejemplo reciente, de 200 muestras solo una se calificó como incorrecta", indica Ed Dobbs.
Las manzanas y las peras se adquieren en todo el mundo para ser suministradas, entre otros, a grandes minoristas. Si el envío es incorrecto, el importador no solo pierde mucho dinero, sino también su reputación ante el minorista. "Se dio un caso reciente en el que el importador dudaba de que la variedad suministrada fuera realmente la variedad que había solicitado, ya que no tenía el aspecto ni el sabor correspondientes. Se realizaron pruebas en EMR y se confirmó que, efectivamente, era una variedad distinta de manzana", asegura Dobbs.
En otro caso, un productor detectó que una variedad particular de frambuesa no era tan rentable como se prometía, y tenía dudas de que las plantas fueran genuinas. Las plantas se sometieron a pruebas y se demostró que eran auténticas, por lo que probablemente fuera que el propagador o el productor estaban usando los métodos de propagación incorrectos.
"Estos ejemplos muestran que esta tecnología tiene muchos usos", continúa Newham. "Si pensamos en que una variedad de fresas cuesta desarrollarse 5-8 años, una de frambuesa 8-12 y una nueva variedad de manzana hasta 25 años, los obtentores tienen que proteger verdaderamente sus inversiones a largo plazo".
El proceso de prueba tiene una fiabilidad del 100% y la comparación de dos muestras es muy rápida, en ocasiones tarda 48 horas. Generalmente, existe un plazo de una o dos semanas, y los encargos más grandes pueden llevar hasta un par de meses. El coste también es sorprendentemente bajo, sobre todo si se tiene en cuenta la pérdida económica o de reputación que se puede sufrir.
Esta tecnología, igual que el resto, está cambiando a ritmo rápido. Para la extracción de ADN se emplean robots, lo que hace que el proceso sea mucho más rápido.
EMR cuenta con un creciente registro de muestras. En la actualidad, tiene 2.500 de manzanas, 550 de peras, 100 de cerezas, 100 de frambuesas y 100 de fresas. Este registro no es solo de variedades europeas, sino que también contiene muestras de todo el mundo.
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Ed Dobbs
East Malling Research
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