El sector citrícola castellonense, en lo que se refiere a su vertiente comercial, no afloja. A pesar de sus problemas de salud, que se traducen en la pérdida constante de empresas, campaña tras campaña, las cifras de facturación y exportación siguen siendo buenas. De hecho, en una temporada nefasta, como fue la pasada, marcada por los problemas climatológicos, que derivaron en el pixat de la fruta y la gran cantidad de rechazo que se produjo, estuvo a punto de marcar el máximo en cuanto a tonelaje.
Con casi 1,3 millones de toneladas entre las firmas integradas en Asociex (que son prácticamente todas), esta cifra solo se ha superado en una ocasión, en la temporada 2007/2008, según las cifras oficiales de la patronal citrícola.
Y con el añadido de que entonces la asociación provincial contaba con 113 compañías, mientras ahora son 88. Desde aquel año la industria citrícola provincial ha perdido así 25 mercantiles, en un goteo constante (en las cinco últimas campañas han sido 21).
La competencia feroz en el sector (y la mala gestión, en muchos casos) se ha llevado por delante a buena parte de las cooperativas. Quedan 20 asociadas a la patronal, cuando a principios de siglo eran 35. Pero también los comercios privados sufren. Aunque en los primeros años de la centuria 21 aguantaban relativamente bien, en los últimos cinco años se han quedado por el camino 16.
Y ello a pesar de que abren nuevas empresas. El presidente de Asociex, Jorge García, recuerda, a bote pronto, que en los últimos “dos o tres años han abierto cuatro o cinco comercios”. Aun así, el goteo no decae. “Las empresas, al final, actúan como la vida, y hay algunas que mueren”, concluye.
Y, dado que esto no se traduce en una caída de facturación —“los huecos se cubren”, reconoce—, el máximo dirigente del empresariado agroalimentario provincial argumenta que esta situación “debería derivar en una industria más fuerte”. Eso sí, para que las firmas provinciales sean capaces de hacer frente a los gigantes de la distribución resta un mundo: “Se requiere mucho músculo y solo tenemos seis meses de campaña. Si el producto no fuera perecedero sería otra cosa”.
Sobre los datos de tonelaje de la campaña pasada, García indica que una cosa son los kilos y otra la facturación, que se vio afectada por los costes de destrío del pixat, lo que derivó también “en malos precios para el agricultor”.
Fuente: elperiodicomediterraneo.com