El campo está sometido a cada vez más variables e imprevistos que hacen que muchos agricultores se planten apostar por cultivos alternativos que ofrecen un mayor valor añadido, más seguridad y estabilidad. Es el caso de los productos de quinta gama, como la remolacha de mesa, un cultivo que no es de fácil manejo y en el que hay que invertir bastante dinero, pero que ofrece una demanda cada vez mayor y muy estable.
En España se cultivan unas 2.500 hectáreas de remolacha de mesa, una cantidad que ha aumentado un 10% en los últimos años debido a la demanda de la exportación. La mayoría se consume en España, aunque el 35% se destina fuera, principalmente a países del norte y este de Europa.
Sus propiedades nutricionales la han puesto de moda, en una sociedad cada vez más preocupada por una alimentación saludable y funcional. La remolacha reduce la presión arterial, ayuda a mejorar el rendimiento deportivo y además es antiinflamatoria y desintoxicante.
La clave de este cultivo está en que ha sabido encontrar su nicho de mercado. "Te ofrece estabilidad en el precio y sabes cuándo la vas a sembrar y te la van recoger. Además de ser un producto con un mayor valor añadido que la remolacha azucarera o el maíz grano", comenta Pablo Rodríguez, agricultor en Cuéllar (Segovia) con 8 hectáreas de remolacha de mesa. Tiene unos precios que oscilan entre los 120-130 euros por tonelada según la época de recolección, frente a los 42 euros de la remolacha, los 170 euros por tonelada actuales del maíz grano o la inestabilidad de la patata. "El ahorro de agua es importante, es un cultivo de ciclo corto y está menos días en el campo con respecto a la patata o la remolacha, por lo que consume alrededor de un 20% menos agua", comenta Rodríguez.
La remolacha de mesa, en la zona norte, se siembra escalonadamente desde marzo hasta finales de junio, y se recolecta desde julio a primeros de noviembre antes de las primeras heladas. Se da mejor en terrenos ligeros para evitar deformidades en la raíz y facilitar la recolección. "Se adapta mejor a terrenos de huerta porque es importante el tamaño y la forma, ya que las remolachas debe ser bien redondas y sin defectos", explica este agricultor segoviano con 10 años de experiencia en este cultivo".
La comercialización es a través de las industrias de quinta gama. La industria hace los contratos de compra, programa el calendario de siembras y recolección, facilita la semilla -que factura cuando se liquida la cosecha-, y hace el seguimiento técnico de los campos, certificando toda la producción con el protocolo Global-Gap. "Dependes de lo bien o mal que tú puedas hacer las cosas. Mi producción la comercializo a través de la empresa Hijos de Teodoro Muñoz- El Campo", señala este agricultor segoviano.
A pesar de que los costes son altos, unos 4.000 euros por hectárea, y que la semilla es cara, ronda los 900 euros, cada vez más agricultores se introducen es este cultivo. "Para mí es viable, los precios han ido subiendo paulatinamente estos años y son muy estables, no estando sujetos a las variaciones de otros cultivos. Su mayor atractivo es la seguridad de venta y un precio con mayor valor añadido debido a los contratos cerrados con la industria".
El rendimiento medio es de unos 60.000 kg/ha netos a cobrar por el productor descartando aquellas remolachas que no pasan el corte. "La industria te exige un tamaño mínimo y máximo por lo que tienes que jugar con las densidades de siembra y el manejo para obtener el calibre que necesitan", comenta Pablo Rodríguez.
Fuente: eleconomista.es