España registra 1.225 nuevas variedades vegetales en tres años
Sólo en el último trienio, el Ministerio de Agricultura y Pesca y Alimentación y Medio Ambiente (Mapama) ha registrado 1.225 nuevas variedades vegetales. De ellas, 105 son protegidas, es decir que su comercialización está sujeta al pago de royalties a las empresas obtentoras o licenciatarias.
El sector hortofrutícola español se ha ido abriendo a la incorporación de nuevo material vegetal a golpe de competencia. "Hace 15 años el mercado europeo era prácticamente exclusivo de España. Con la progresiva entrada en producción de los países del arco mediterráneo y la apertura a la importación de países de otros hemisferios en lo que se denomina a contracampaña se produjo una saturación que obligó a programar la producción y a buscar los huecos comerciales que se producen cuando en Europa hay una demanda que no se puede cubrir", explica Rafael Grau, presidente de la Asociación de Operadores Vegetales, vinculado a Asaja Valencia.
Un ejemplo. La campaña de las mandarinas clementinas (clemenules) concluye a finales de enero y entonces la demanda hay que cubrirla con variedades híbridas como la Tango o la Orri, en la que además apenas hay competencia de otros países, explica este experto.
En este proceso de búsqueda de nuevas variedades, la distribución ha tenido un peso cada vez más creciente. "En el caso de los cítricos, una variedad, por mucha cualidades organolépticas que tenga, tiene que reunir además otros requisitos: que se produzca bien, que se pele bien, que tenga buen transporte y en el lineal puede estar dos o tres semanas sin problemas de piel. La gran superficie comercializa el 90% de la producción y prima en sus compras una variedad que le garantice el suministro de tres meses o cuatro y que no le dé problemas en el lineal", asegura Grau.
Sin embargo, cada vez aumenta más el protagonismo del último eslabón de la cadena, el consumidor. Ya no es suficiente con que tenga producto garantizado a lo largo de todo el año, también reclama homogeneidad en color, forma y tamaño, y todo lo que suponga una mayor facilidad de consumo, como es el caso de las mandarinas o las uvas sin semillas, explica Carlos Baixauli, responsable de Agrosostenibilidad de los centros experimentales de Cajamar en Valencia y Almería.
Potenciar el sabor
La última tendencia es potenciar el sabor. "La mejor genética se ha desviado para tener un producto que durase, que estuviese bien para llegar a los mercados internacionales, y eso ha permitido introducir un material bueno para las exportaciones -el gen de larga vida-, pero eso lleva consigo pérdida de factores como el sabor y ahí es donde ahora están trabajando las casas de semillas", explica Baixauli.
El mercado europeo de semillas mueve 7.000 millones de euros al año, del que el 39% corresponde a cereales y leguminosas, el 26% a maíz, el 14% a patatas y el 11% a hortícolas. Aunque la mayoría de las empresas de semillas son multinacionales, cada vez son más las compañías que operan en España, creando su propia sede aquí, apuntan desde la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (Anove), cuyo número de asociados no ha parado de crecer en los últimos años. Las empresas que desarrollan nuevas semillas destinan entre el 20 y el 25% de su facturación en I+D+i.
El dinamismo en España es evidente y hay importantes empresas españolas que tienen acuerdos con universidades norteamericanas, europeas o israelíes para obtener la licencia de nuevas variedades que registran como protegidas y luego comercializan en Europa.
También un papel muy importante en el desarrollo de nuevas variedades ha corrido a cargo de los centros de investigación agraria que hay en España.
Auge de los productos saludables
El desarrollo de nuevo material vegetal está creciendo también gracias al auge de los llamados productos saludables. Entre 2015 y 2017, según los datos facilitados por el Mapama, se han inscritos 28 variedades comerciales de almendro y 34 de castaño. Aunque el cultivo que se lleva la palma es el melocotonero, con 164, vinculado fundamentalmente en este caso a luchar contra la alta estacionalidad por tener los ciclos de producción muy cortos.
"También en la zona de Huelva, hay un montón de investigación con países como Estados Unidos, Perú en cultivos como frutos rojos" y se traen bastantes variedades, explica Rafael Grau.
La comercialización de nuevas variedades ha despertado también el interés de las asociaciones de productores, que consiguen lograr la licencia de nuevo material vegetal para ponerla luego en el mercado con medidas de protección. Hace apenas unos días se presentó en Valencia la mandarina sin pepitas Mandanova.
Ahora, un club gestionará su crecimiento limitando su producción y evitando su utilización de manera ilegal. "Es la manera de evitar un exceso de oferta y que los precios garanticen la rentabilidad al agricultor", explica Grau.
Fuente: eleconomista.es