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Desarrollan un inductor de color para uvas rojas

La uva se cultiva prácticamente en todo el mundo. En México, se produce uva de mesa, uva industrial y uva pasa y, de todos los estados productores, Sonora ocupa el primer lugar con 70% de la producción nacional.

Para los mercados internacionales, la uva debe cumplir con un riguroso control sanitario y con altos estándares de calidad en su color, firmeza y dulzor, los cuales son elementos determinantes para fijar su precio final

Sin embargo, las regiones productoras en climas cálidos tienen un gran reto: aunque el proceso de coloración de la uva es natural, las altas temperaturas del verano en estas regiones lo alteran y ocasionan que el color no sea lo suficientemente rojo ni homogéneo.

En el mundo actualmente se utilizan productos químicos comerciales para la inducción de color en las uvas, cuyas concentraciones son cada vez más reguladas en los mercados internacionales, debido a que, además de reducir la vida de anaquel de la uva por acelerar su ablandamiento, también disminuyen la vida productiva de las parras.

Por lo anterior, ante la necesidad de generar una alternativa para inducir color en la bayas, eficaz, orgánica y, sobre todo, para evitar daños al follaje de las parras, así como la pérdida de firmeza de las bayas, fenómenos todos ocasionados por la aplicación de agroquímicos sintéticos tradicionales, científicos del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo (CIAD) elaboraron un producto que soluciona los inconvenientes mencionados.

Dicha innovación es un inductor de color para frutos rojos especialmente diseñado para uva de mesa, desarrollado en el Laboratorio de Fisiología Vegetal-Molecular del CIAD, encabezado por el profesor investigador Miguel Ángel Martínez Téllez.

Este producto es un polvo humectable que se aplica por aspersión directamente a los racimos y que funciona mediante la estimulación de síntesis de antocianinas, es decir, los compuestos que brindan el color rojo característico en la cutícula de las bayas, sin la inducción de etileno; este procedimiento permite obtener racimos de uva con un color uniforme e intenso, sin afectar la firmeza de las bayas ni la acumulación de azúcares.

De acuerdo a Martínez Téllez, en diversas pruebas de laboratorio y de campo realizadas, se ha demostrado que, por su origen natural, derivado de paredes celulares de tejido vegetal, este desarrollo tecnológico es amigable con el medio ambiente, no tiene efectos adversos para la salud humana y puede ser usado en cultivos orgánicos.

Además, a diferencia de los agroquímicos tradicionales, aumenta 20% la vida de anaquel del fruto, no afecta el follaje de la parra, activa mecanismos naturales de defensa de la planta y la fruta contra enfermedades post cosecha, e incrementa la cantidad de antioxidantes, lo cual es benéfico como aporte nutrimental para la salud del consumidor.

En términos financieros, representa una inversión de 380 dólares por hectárea, mientras que otros productos a base de ácido abscísico, pueden llegar a costar hasta 854 dólares por el mismo rendimiento.


Fuente: elsoldelcentro.com
Fecha de publicación: