Originaria de América, la pitaya o fruta del dragón, es una fruta tropical que se está expandiendo con fuerza por la Axarquía de Málaga, de la mano de productores locales que están realizando cruces y obteniendo variedades autóctonas.
Este es el caso del productor Ramón Jiménez, que cuenta con una finca de unos 1.000 metros cuadrados en Torrox, en la que produce alrededor de 1.000 kilos de pitayas al año. Las vende a un distribuidor de Almuñécar (Granada) y en negocios de hostelería de la zona.
"Llevo desde 2004 sembrando pitayas y ya he conseguido una variedad que se adapta al cultivo al aire libre y que se llama Ruby Red", explica Jiménez, quien detalla que se trata de una fruta "rentable", ya que el precio que se paga al agricultor ronda entre los 5 y 10 euros el kilo, y cada pieza puede pesar entre 400 y 1.000 gramos.
Otra de las particularidades de la pitaya es que se pueden usar también sus flores para elaborar sopas, y sus tallos nuevos, que también son comestibles.
La pitaya es un tesoro desde el punto de vista nutricional, pues contiene antioxidantes, mucílagos, ácido ascórbico y fenoles, entre otros componentes principales. Es rica en vitamina C, también contiene vitaminas del grupo B, minerales como calcio, fósforo, hierro, tiene un alto contenido en agua (95%) y posee proteína vegetal y fibra soluble. Las semillas, que son comestibles, contienen ácidos grasos beneficiosos. Y una de sus propiedades más destacadas es su acción antiinflamatoria y antioxidante. Por ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda su consumo.
A pesar de su peculiar aspecto, la pitaya se come como cualquier otra fruta. Se corta por la mitad y se saca la pulpa con la cuchara, y las semillas también se comen. Se puede incorporar en la preparación de batidos, helados y pasteles, y también se utiliza para elaborar mermelada y compotas.
Fuente: diariosur.es