La lluvia que ha empapado Nueva Zelanda en las últimas semanas ha provocado rajado y pudrición de las cerezas, por lo que en las tiendas y supermercados del país habrá menos oferta. En el norte de la Isla Sur, los productores de cerezas de Marlborough han sufrido la temporada más lluviosa en una década.
Cherrybank Orchard, al sur de Blenheim, ha registrado 102 mm de lluvia en noviembre, que contrastan con los 2 mm del mismo mes del año anterior. Su propietario, Blair McLean, ha perdido en torno al 50 por ciento de sus variedades tempranas de cereza de 2018. Los daños han provocado una escasez de producto que han notado quienes han ido a hacer la compra para la cena de Navidad.
En realidad, la lluvia ha afectado a los cerezos de todo el país, según la directora ejecutiva de Summerfruit New Zealand, Marie Dawkins, sin embargo, "las mesas de Navidad neozelandesas seguirán teniendo cerezas. Seguramente haya que pagar un poco más por ellas, pero estarán ahí. Las cerezas serán de calidad alta y tendrán un sabor excelente".
Los cultivos de cerezas no han sido las únicas víctimas de los aguaceros, pues estos también han perjudicado a otras frutas como las fresas, según Dawkins.
"Cuando llueve demasiado, las cerezas maduran y se rajan. Al rajarse se pudren", explica Gary Bignell, propietario de Waihopai Valley Eden Orchards, que ha perdido en torno al 30 por ciento de su cosecha.
Fuente: stuff.co.nz