La semana pasada, los miembros del Congreso que representan el estado de Arizona enviaron una carta firmada por los representantes de los dos partidos al Secretario de Comercio de los Estados Unidos, Wilbur Ross, instándole a proteger lo que consideran una importación importante.
La carta decía: “Le escribimos hoy a usted cada vez más preocupados por los esfuerzos de ciertos intereses regionales en frenar la importación de tomates frescos de México. Erigir nuevas barreras en el comercio de frutas y hortalizas podría perjudicar a los consumidores estadounidenses y a la industria agrícola de los Estados Unidos".
La carta hace referencia al plan del gobierno de Trump, anunciado el mes pasado, para retirarse el 7 de mayo del Acuerdo de Suspensión del Tomate, acordado con México en el 2013.
La delegación de Arizona exhorta al Departmento de Comercio a renegociar un acuerdo que aborde las preocupaciones de los productores estadounidenses: "Terminar el acuerdo sin tener garantías provistas por un acuerdo de suspensión revisado crearía incertidumbre económica en toda la cadena de suministro y pondría en riesgo de represalias a nuestra industria agrícola".
Lance Jungmeyer, presidente de la Fresh Produce Association of the Americas, dijo en un comunicado de prensa que, sin el acuerdo, los importadores de Arizona tendrían que pagar un arancel del 17,5 por ciento sobre los tomates mexicanos.
Ktar.com citó sus palabras: "Esto obligará a las empresas distribuidoras de tomate de Arizona a pagar cientos de millones de dólares solo para poder mantenerse en el negocio. Sin un acuerdo de suspensión, los almacenes de producción en el sur de Arizona se enfrentarán a dificultades extremas y a un posible cierre".