Los productores de fresa de Florida están invirtiendo en gran medida en robots para cosechar sus cultivos y controlar las enfermedades, en parte como respuesta a la disminución del número de trabajadores agrícolas.
El productor de fresas Gary Wishnatzki ha desarrollado máquinas de cosecha robótica durante siete años. Y los equipos de investigación agrícola de la Universidad de Florida en la zona de Tampa presentaron recientemente un robot con apariencia de nave espacial, llamado Thorvald, que deambula por la noche bañando a las plantas con luz ultravioleta para acabar con el oídio.
Los robots, que están siendo perfeccionados, se mueven lentamente a través de las fincas. El robot UV funciona silenciosamente con la energía de la batería. En cambio, el robot de cosecha es más potente y opera con un pequeño motor diésel que da energía a los componentes eléctricos. La versión actual de la máquina abarca cuatro lechos, con dos filas cada uno. Dieciséis ruedas robóticas utilizan garras de goma de silicona delicadas que arrancan con suavidad las berries maduras.
"El robot definitivamente llama mucho la atención. Es genial e interesa a los tecnólogos, pues la robótica ahorra en costes laborales", dice Natalia Peres, profesora de fitopatología en la universidad que ha desarrollado Thorvald.
El sector de las fresas está particularmente interesado en las máquinas agrícolas robóticas porque las berries son uno de los cultivos más intensivos en mano de obra. Se siguen empleando trabajadores, generalmente inmigrantes, pues las máquinas antiguas pueden dañar la fruta. Pero la contratación de cosechadores se ha vuelto más difícil para los agricultores como Wishnatzki.
"Realmente requiere algo de habilidad cosechar las fresas, y la mano de obra que sabe cosecharlas está envejeciendo", comenta Wishnatzki. "Los jóvenes en Florida, en los Estados Unidos, no quieren hacer ese tipo de trabajo. No habrá suficiente mano de obra para trabajar en los próximos años".