Cuando el Food Center de Ámsterdam, Países Bajos, acababa de abrirse en los años 30, el mayorista de patatas Van Egmond era uno de los 70 mayoristas de este producto en el mercado. Adri Van Egmond, la tercera generación, siempre le ha sido fiel a la empresa familiar, aunque no está seguro de si formará parte de los cambios que se avecinan en el mercado. "Crecimos entre patatas, por así decirlo. Mis hijos no quieren trabajar 70 horas semanales y no los culpo".
Adri van Egmond
"Cuando se abrió el Food Center, estaba a las afueras de la ciudad. Ahora se encuentra en el centro porque se ha construido mucho a su alrededor. En los nuevos planes, la mitad del mercado continuará existiendo y la otra mitad se destinará a la construcción de viviendas. La verdad es que me sorprendió bastante que el nuevo Food Center se fuera a quedar donde está. Al fin y al cabo, no es muy fácil venir a comerciar aquí por las aglomeraciones de la ciudad", dice Adri. Aunque había mucha competencia en la época de su abuelo, los mayoristas de patatas que quedan trabajan ahora muy bien juntos. "No rechazo ningún cliente, pero tampoco robamos ninguno, y nos ayudamos unos a otros cuando es posible".
"Mi clientela consta principalmente de comerciantes minoristas, tiendas extranjeras, gente que hace sus propias patatas fritas y establecimientos de restauración. Pero el número de verdulerías no ha hecho más que menguar. Cada verdulería que cierra es reemplazada por una tienda turca o marroquí. Este grupo de inmigrantes consume muchas patatas, pero es una pena que solo se fijen en los precios. En ocasiones, una verdulería holandesa paga más por una patata de calidad, pero no es el caso de este grupo objetivo", explica el comerciante de patatas. "El número de lugares donde cortan sus propias patatas fritas ha crecido considerablemente en los últimos años, pero ese crecimiento también ha alcanzado su máximo".
La clientela inmigrante también ha hecho que Van Egmond ofrezca más productos aparte de patatas y cebollas. "Estos clientes empezaron a pedir jengibre, calabazas o chalotas, así que poco a poco empecé a suministrarlos también. Pero nuestros productos centrales siguen siendo las patatas y las cebollas. Además, nos beneficiamos de que viene al mercado un público amplio. El pescadero puede llevarse fácilmente un par de cajas de cebollas".
Los precios de las cebollas en particular son extremadamente altos este año. "Los precios hay que ajustarlos y eso los convierte en demasiado caros para algunos clientes. Me he dado cuenta que, en consecuencia, este año se han vendido menos kilos. Por otro lado, los márgenes son mayores. Es más fácil ganar 10 céntimos cuando las cebollas cuestan 40 que cuando cuestan 10", señala Adri. "Ahora estamos ofreciendo cebollas chilenas y pronto nos cambiaremos también a las españolas".
La gama de patatas importadas está formada ahora mismo por las italianas Doré, las Nicola marroquíes y las Santé maltesas. Van Egmond no se dedica a la importación: "Mi facturación no es tan alta como para eso, y creo que es más sencillo abastecerme a través de los envasadores holandeses. Por ejemplo, De Koster es mi proveedor permanente de cebollas holandesas", dice Adri.
El comerciante no se muestra muy positivo sobre el consumo de patata. "Hoy en día hay muchas alternativas y creo que las patatas de calidad no se tienen en suficiente consideración. Tampoco veo que haya espacio para variedades nuevas, y es algo que se nota también en los supermercados, que trabajan con códigos de colores. Hoy en día, las patatas tienen que ser blancas, firmes y no costar demasiado".
Más información:
G.C. van Egmond
Centrale Groothandelsmarkt 171
1051 LJ Amsterdam, Países Bajos
Tel.: +31 20 682 20 82
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