"Estoy cubriendo toda la plantación de cerezos, porque no quiero pensar que pueda perder la cosecha a causa de la lluvia", comenta Nadia Nobili, empresaria agrícola de la localidad de Vignola (Módena), una zona muy adecuada para la producción de cerezas.
"No he plantado variedades tempranas, por lo que mi producción está a salvo de momento, pero, de todos modos, he cubierto casi toda la superficie con la cubierta antilluvia. E incluso aquellas plantaciones que aún están descubiertas las protegeré a lo largo de las siguientes temporadas. Las cerezas que se encuentran actualmente en campo abierto ahora están llegando a la fase del envero, por lo que la lluvia de los últimos días no ha causado mucho daño", cuenta Nadia.
Existe una pequeña preocupación por las temperaturas mínimas y máximas que, habiendo permanecido bajas durante varios días, no permiten la maduración. "Existe el riesgo de que, tan pronto como regresen los días soleados, todas las variedades maduren más rápido, de modo que no podremos cosechar de manera escalonada como se había previsto".
Nadia gestiona casi 2 hectáreas de cerezos y entrega su fruta a la cooperativa Apofruit. Ha renovado casi toda la gama de variedades, en detrimento de las más obsoletas. Una de las últimas plantaciones consiste en árboles de las variedades Sweet Arianna, Gabriel y Lorenz, posicionadas en este orden por una cuestión de polinización. Se trata de cerezas garrafales, un tipo que en Vignola crece muy bien y generalmente genera mejores precios.
Otro aspecto fundamental es el del tamaño. "Tenemos que prestar mucha atención a la fertirrigación, ya que es muy importante obtener un buen tamaño. El precio es una variable que depende no sólo de la calidad organoléptica de la fruta, sino también del calibre", concluye Nadia.