Hace exactamente cinco años, Rusia impuso un veto a (entre otras cosas) todas las frutas y hortalizas de la Unión Europea, Estados Unidos, Australia, Canadá y Noruega. La suspensión de las importaciones se aplicó el jueves 7 de agosto de 2014 inicialmente por un período de un año, pero ya ha sido renovada cuatro veces. Hemos preguntado a algunos exportadores belgas y holandeses sobre las consecuencias del veto ruso. Habla Arjan Zoutewelle, director general de la empresa holandesa Zoutewelle Import/Export, con sede en la localidad de Ridderkerk.
"Rusia fue en su momento el tercer cliente más importante para la exportación de productos holandeses, después de Alemania e Inglaterra, y tuvo también una gran importancia para los reexportadores holandeses, ciertamente también para Zoutewelle", dice Arjan. Cuando se le pregunta si el veto le llevó a buscar nuevos mercados con más urgencia, el exportador responde: "Sí, el enfoque del equipo comercial para Rusia, ahora más pequeño, ha cambiado y otros equipos han crecido a medida que ha sido necesario".
Zoutewelle aún mantiene contacto con sus clientes rusos y también les proporciona fruta importada de ultramar. "Pero las posibilidades son limitadas. Europa juega un papel secundario para los clientes rusos importantes", comenta Arjan. ¿Aún tiene esperanzas de que se levante el veto? "Si la esperanza significa no ser muy activo en otros mercados, no. El veto no será eterno, pero en este caso la esperanza no es una buena base para el emprendimiento".