El valor del dólar y los retornos en la fruticultura siempre han tenido una estrecha relación en la el Valle de Río Negro y Neuquén. El incierto escenario económico y político actual en Argentina supone una fuente de preocupación entre los productores y los empresarios frutícolas, quienes esperan con un alto grado de expectativa cómo llegará la economía al 10 de diciembre y cómo continuará a partir de esta fecha, cuando se produzca el cambio de Gobierno. Es en este mismo período en el que los empresarios frutícolas deben cerrar sus programas de venta con los importadores y operadores tanto del mercado interno como de los mercados internacionales.
Ante este contexto político y económico, la posición del sector privado se muestra endeble. O por lo menos, incierta en sus posibles resultados comerciales.
Entre los primeros días de diciembre y finales de marzo, la temporada ya está definida en volumen y calidad para exportar. Los enormes fondos necesarios para cosechar, envasar y enfriar toda esa fruta ya se habrán realizado, en su mayoría, antes de que termine la campaña. En estos cuatro meses el sector necesita invertir más de 300 millones de dólares. Una cifra enorme para una economía regional como es la del Valle y, más aún, si se computan los serios problemas de financiación con los que cuenta la actividad y, en general, la mayor parte de las pymes del país.
Mover hoy el enorme motor que significa la cosecha de frutas en la región, en el actual contexto económico, es toda una odisea para los productores y empresarios de la región.
¿Por qué no llegan las inversiones?
El Valle de Río Negro y Neuquén tiene todo para poder desarrollarse y soñar con exportaciones frutícolas que dupliquen y hasta tripliquen las actuales.
El valor de la tierra con riego es una de las más bajas del planeta. En Chile, un gigante de esta actividad, no se consigue una hectárea frutícola en blanco por menos de 25.000 dólares y en producción por debajo de los 40.000/50.000 dólares. En nuestra zona los valores promedio de una explotación se la puede conseguir por debajo de los 12.000 dólares la hectárea.
El agua del río Negro y del Limay, que tiene una alta calidad para ser utilizada en el riego para este tipo de producciones, está casi regalada. Cuesta un 10% de lo que vale en cualquier país desarrollado que la usa para esta misma actividad.
En definitiva, todo indica que invertir en el Valle promete altas tasas de rentabilidad para cualquier empresario que se ve tentado en colocar dinero en esta actividad.
Pero la realidad muestra que todas aquellas firmas frutícolas extranjeras y locales que quisieron hacer pie en nuestra región terminaron retirándose del mercado malvendiendo sus activos y generando pérdidas millonarias a sus casas matrices, debido a la inestabilidad política y económica del país. Ejemplos sobran. Salentein Fruits, Dole Food Company, Bocchi Group, San Miguel y Grupo Univeg, entre otras empresas.
Fuente: rionegro.com.ar