Los fuertes vientos de más de 100 km por hora, la calima (polvo y arena en suspensión procedentes del Sahara), las altas temperaturas y los incendios han hecho que Canarias haya estado en alerta máxima este fin de semana, obligando a cerrar el espacio aéreo y algunos puertos, desalojar a más de 1.500 personas y cerrar colegios en el día de hoy. El Gobierno insular aún mantiene la situación de alerta.
Los incendios han coincidido con la mayor tormenta de arena que se recuerda en las islas, lo cual ha impedido que los medios aéreos pudieran participar en las labores de extinción. Las islas de La Graciosa, Fuerteventura y Lanzarote fueron las primeras en sufrir los efectos, pero las mayores incidencias se han registrado en Gran Canaria y Tenerife.
La agricultura se ha visto gravemente afectada por esta tormenta de arena, especialmente el cultivo del plátano, el más extendido en Tenerife y Gran Canaria, así como otros cultivos subtropicales como el aguacate, entre otros. "Nuestras fincas han sufrido graves perjuicios, ya que los fuertes vientos han tirado una gran parte de la fruta que colgaba en los árboles, haciéndola inservible para su comercialización en fresco", cuenta Ricardo Torres, gerente de la empresa tinerfeña FAST.
"A excepción de unas pocas zonas productoras, ha habido daños en toda Tenerife, donde algunas fincas han sufrido daños en más del 80%. Además, cabe destacar las afectaciones en infraestructuras", añade el productor y exportador. "Llevamos mascarillas para no inhalar el polvo y la arena, que lo han cubierto todo".
"En el caso del aguacate, además de echar a perder la fruta de esta cosecha, el viento ha arrancado las flores de la próxima cosecha, que prevemos será de volúmenes muy pequeños", explica. Todavía tenemos que evaluar los daños y elaborar informes, pero parece ser que los efectos de esta tormenta de arena han sido más devastadores que los de la Delta de 2005".