La variación del clima en Europa está obligando a la agricultura a adaptarse a los nuevos patrones de temperaturas y precipitaciones, que contemplan veranos cada vez más calurosos –se espera que las temperaturas medias anuales aumenten entre 1 y 5,5 grados centígrados–, mayores periodos de sequías y el aumento de eventos meteorológicos extremos, como inundaciones repentinas y tormentas de granizo, que ya están causando estragos en las cosechas europeas.
De acuerdo con un informe de septiembre de 2019 de la Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA), estos factores climáticos ya han cambiado las condiciones de crecimiento de varios cultivos en Europa. Algunos alimentos básicos mediterráneos, como las aceitunas y las uvas de vino, se han visto afectados; sin embargo, otros lugares del norte de Europa podrían ver los beneficios agrícolas del cambio climático, incluyendo temporadas de crecimiento más largas y un período de heladas más corto "que permitan nuevos cultivos y otras variedades", según el informe de AEMA. Por ejemplo, las tierras de cultivo adecuadas alrededor del mar Báltico podrían más que duplicarse para el año 2100, pasando del 32% de la superficie actual a cerca del 76%, y algunos cultivos ahora comunes en el sur de Europa echarán raíces más al norte, como los albaricoques y nectarinas, que ahora se cultivan en el estado alemán de Baja Sajonia, tras el aumento de las temperaturas de casi 2 grados centígrados en las últimas décadas.
Pero el cambio climático plantea otros desafíos. Blaz Kurnik, experto en impactos del cambio climático y adaptación en la AEMA, señala que las temperaturas más altas, especialmente los inviernos más cálidos, también favorecerán la introducción de nuevas enfermedades y plagas.
Fruta tropical: ¿futuros cultivos de Europa?
Italia, que ocupa el segundo lugar en el mundo en producción de aceite de oliva, tuvo una cosecha desastrosa en 2018. El mal tiempo y las heladas hicieron que la producción disminuyera en un 57%, lo que representa una pérdida de casi 1.000 millones de euros. Por este motivo en Sicilia, una de las principales regiones italianas productoras de aceite de oliva, algunos agricultores han comenzado a centrar su atención en los cultivos nativos de las regiones tropicales, incluyendo mangos, aguacates y lichi.
Los cultivos tropicales se introdujeron por primera vez en Sicilia en la década de 1970, pero en los últimos años se ha visto un incremento exponencial de estos cultivos y la introducción de nuevas especies como la papaya, que reemplazan a los cítricos que "ya no son rentables", según Vittorio Farina, profesor asociado de agricultura en la Universidad de Palermo.
Fuente: dw.com