"Las características de los procesos de producción están haciendo que el sector frutícola brasileño destaque en trazabilidad en cuanto al origen y la seguridad alimentaria", dice Giampaolo Buso, director de PariPassu, una empresa de tecnología y soluciones para la trazabilidad y la calidad de los alimentos, y miembro de GenesisGroup.
Sin embargo, según él, incluso en el sector de la fruta hay diferencias significativas. "Por ejemplo, los melones y las manzanas, tanto para el mercado interno como para el externo, cumplen con requisitos muy estrictos definidos por los países europeos en cuanto al control del origen y la seguridad alimentaria", explica.
Por otra parte, Buso señala que en los cultivos de menor volumen y de temporada, con un perfil más local, como la fresa, los controles varían y todavía hay productores con dificultades de gestión para entregar la información de trazabilidad. "El proceso está creciendo gradualmente y debe ser coherente. La consecuencia es la trazabilidad de los alimentos", señala.
Giampaolo Buso
Toda la cadena cuenta con una normativa estricta
La legislación brasileña vigente en materia de trazabilidad de alimentos se rige por la Instrucción Normativa 02/2018, propuesta por el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Abastecimiento (MAPA) y la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria (ANVISA). Dicha norma requiere varias informaciones, empezando por el productor, que debe llevar un registro de "todos los procesos de la finca".
El "comerciante", también llamado "consolidador", debe proporcionar información sobre el origen del producto, asociándolo con la información sobre a quién se lo compró, así como información sobre los destinos, es decir, a quién revendió el producto. Por último, las cadenas de retailers deben llevar registros sobre los proveedores de los productos y ponerlos a disposición del consumidor final.
"Estos son los tres grandes bloques de controles requeridos. Hay detalles sobre el funcionamiento de cada eslabón; sin embargo, esos son los controles básicos, los mínimos requeridos", explica el director de PariPassu.
El consumidor es más exigente
Según Buso, todas las encuestas realizadas a los consumidores indican que la información sobre el origen del producto le añade valor. "En escenarios de crisis como el que estamos viviendo con la COVID-19, los productos más baratos, que compiten a través de canales informales, acaban teniendo una ventaja de precio. Sin embargo, ese comportamiento es cíclico, y con cada ciclo subimos algunos escalones en el nivel de conciencia de la población. También tenemos una población muy sensible a las cuestiones ambientales y ese cambio en los consumidores requiere cambios en la cadena primaria. El camino está definido y vamos en esa dirección, lo que tenemos que mantener es la velocidad", analiza.
Hablando de las principales dificultades que enfrenta el sector de la trazabilidad, Buso señala el hecho de que Brasil tiene una cadena de suministro "fragmentada", con niveles de conocimiento heterogéneos entre los productores, lo que dificulta el control para entregar productos estandarizados. "En ese sentido, cuando un agente de la cadena toma la delantera (un supermercado o una cadena de foodservice, por ejemplo) los demás participantes se organizan para entregar lo que se demanda".
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Giampaolo Buso
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