Con motivo de la declaración por parte de las Naciones Unidas del Día Internacional de Concienciación sobre la Pérdida y el Desperdicio de Alimentos el 29 de septiembre, la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-ASAJA) advierte de que el desperdicio alimentario no es solo un problema en la fase de la distribución y el consumo, sino que ya se produce y crece de manera alarmante a pie de campo.
Tanto es así que, debido a la falta de soluciones autorizadas para hacer frente a las plagas y enfermedades agrarias que impone la política fitosanitaria europea, la agricultura valenciana alcanzará este año un desperdicio alimentario récord de 450.000 toneladas, que se traduce en unas pérdidas de 156,6 millones para los productores, según un estudio técnico elaborado por AVA-ASAJA.
Los cultivos más afectados son los cítricos, especialmente las naranjas y mandarinas, que superarán las 357.800 toneladas perdidas en los huertos de la Comunitat Valenciana, lo que arroja unas pérdidas de 120 millones de euros entre los perjuicios directos sobre la fruta y los costes de los tratamientos realizados. La principal causa que explica este desperdicio es la supresión esta campaña del metil clorpirifos, la única materia activa que venía demostrando eficacia contra el cotonet de Sudáfrica (Delottococcus aberiae), sin poner a disposición alternativas de control viables y con la lucha biológica aún en una fase experimental. Otras plagas como el trips de la orquídea también se están expandiendo sin control.
El caqui es otra fruta de temporada que sufrirá devastadoras mermas de producción, llegando en algunas explotaciones a perder toda la cosecha. De acuerdo con el estudio de AVA-ASAJA, el desperdicio en este caso asciende a 85.000 toneladas y a unas pérdidas de 25 millones para los productores. La prohibición del metil clorpirifos está de nuevo detrás de los ataques sin precedentes de los cotonets y las moscas blancas, frente a los cuales los agricultores no han podido hacer nada pese a triplicar el número de aplicaciones fitosanitarias. Además, la aparición de resistencias a los productos autorizados ha permitido resurgir tras varios años la incidencia de la mancha foliar (Mycosphaerella nawae) en el tramo final de la maduración del fruto.
El presidente de AVA-ASAJA, Cristóbal Aguado, remarca que “la eliminación de las materias activas fitosanitarias empujada por postulados ideológicos y sin criterios científicos aumenta el número de tratamientos en el campo para combatir las plagas y enfermedades, con la degradación ambiental que ello implica; dispara el desperdicio alimentario a lo largo del ciclo del cultivo, sin reducir el consumo de recursos como abonos, fertilizantes, agua o energía; agrava la crisis de rentabilidad y eleva el abandono de campos. Justo lo contrario de lo que Europa debería lograr para preservar un territorio cuidado, productivo y sostenible”.
Para más información: www.avaasaja.org