Los datos satelitales revelan la variabilidad en la intensidad del uso de agua subterránea para diferentes cultivos, una gran ayuda para la elaboración de las políticas de riego en el estado de California.
Un grupo de investigadores de la Universidad de California en San Diego informan, en un nuevo estudio, de una nueva manera de mejorar el control del agua subterránea mediante el uso de una tecnología de sensores remotos (conocida como InSAR), en conjunción con datos edafoclimáticos, para acortar distancias en la comprensión del agua subterránea sostenible en el Valle de San Joaquín de California.
Su trabajo podría ser revolucionario para la gestión del uso de agua subterránea en regiones agrícolas de todo el mundo, pues el monitoreo y la gestión del agua subterránea han sido enormemente difíciles de llevar a cabo debido a la falta de datos fiables.
El InSAR (radar interferométrico de apertura sintética) basado en satélite se usa para obtener mapas de alta resolución del movimiento de la superficie terrestre en el espacio y el tiempo, incluida la medida de la subsidencia (o hundimiento). La subsidencia puede ocurrir cuando grandes cantidades de agua subterránea son extraídas de los almacenes del subsuelo, llamados acuíferos.
El estudio, publicado en la revista Environmental Research Letters, aprovecha la increíble resolución detallada del InSAR para evaluar los patrones de subsidencia según el tipo de cultivo, lo cual revela resultados sorprendentes. Por ejemplo, pese a que se afirma que los cultivos de frutas y frutos secos de California tienen un alto consumo hídrico, los cultivos con la mayor tasa de subsidencia y, por asociación, las tasas más altas de uso de agua subterránea, son las grandes extensiones de cultivo como el maíz y la soja, seguido por los pastos como la alfalfa y cultivos como los tomates, y más tarde cultivos de frutas y frutos secos como las almendras y las uvas.
En el periodo de estudio, hubo una subsidencia total acumulada media de 272 milímetros para las grandes extensiones (como maíz y soja), y de 62 milímetros para las frutas y frutos secos (como almendras y uvas).
"Nuestra hipótesis inicial era que la fruta y los frutos secos se asociarían con algunas de las tasas de subsidencia más alta, pero descubrimos lo contrario", dice el autor principal del estudio, Morgan Levy.
Como el desplazamiento es una respuesta al cambio del almacenamiento de agua subterránea en puntos con una geología, unos suelos y una vegetación variables, la interpretación del InSAR varía según el lugar, a diferencia de las mediciones satelitales del clima, que tienen la misma interpretación en cualquier lugar. Por lo tanto, el InSAR se debe combinar con otras fuentes de datos geofísicos para lograr una información del uso de agua subterránea concreta de una ubicación.
Artículo completo (en inglés) disponible aquí.