"Durante mucho tiempo el sector alimentario parecía haber eludido el impacto de la crisis del coronavirus, pero ahora las consecuencias son cada vez más patentes", observa Niels van der Ben, de la empresa holandesa G. Sevenhuysen VOF, exportadora de patatas, cebollas y hortalizas. "Se aplazan los envíos de contenedores y los pedidos son más pequeños. Hay algo de exportación, pero ciertamente no hay mucha actividad".
"Nosotros no solemos exportar mucho producto a África, pero ahora que es más difícil sacar beneficios en el mercado africano, se envían muchos menos volúmenes. En cualquier caso, África no está pidiendo los volúmenes de siempre. Además, la exportación de patatas para freír está bastante afectada a nivel mundial porque en ninguna parte los hoteles y restaurantes están funcionando bien, lo cual se nota por ejemplo en destinos como el Caribe. Enviamos algo de producto, pero no son volúmenes satisfactorios".
"Esta situación se aplica a todos los productos de campo abierto que comercializamos. La cosecha fue buena, pero no se mueve mucha mercancía y los precios están por debajo del nivel habitual", señala Niels. "No creo que la situación se recupere a corto plazo. Afortunadamente, tenemos una amplia gama de productos y una extensa red de clientes. Gracias a eso, los perjuicios también son menores".