“El ajetreo y el bullicio han vuelto al mercado de los champiñones. Sin embargo, debido al coronavirus, el mercado no es estable como en años anteriores, sino que se caracteriza por altibajos”, dice Paul Delbeke, de la empresa belga Districhamp. “Logramos adaptarnos y producir a la misma escala después de hacer algunos ajustes menores. Nuestros empleados también se han adaptado rápidamente a la nueva forma de trabajar, cumpliendo con todas las medidas para evitar la propagación del virus. Hasta ahora no hemos tenido ningún caso de contagio en la empresa. Creo que en nuestro sector tenemos la ventaja de trabajar en zonas separadas donde además entran grandes cantidades de aire filtrado. Por lo tanto, esperamos librarnos de contagios".
Febrero y marzo han sido los meses más agitados, según Delbeke, pero finalmente la situación se normalizó. “Luego también hubo algunos períodos de mayor demanda, que no vimos venir, lo que se tradujo en una escasez de producto. La gente en casa consume muchos champiñones, incluso más que comiendo fuera, según parece. Afortunadamente, nuestros clientes retailers tampoco vieron venir esta tendencia, por lo que fueron comprensivos con la situación. Por el momento, las ventas no son nada decepcionantes. Hay una fuerte demanda por parte del sector retail, pero las ventas a mayoristas que distribuyen a la industria de la hostelería y del catering han vuelto a caer en las últimas semanas”.
“Otro gran problema al que nos enfrentaremos en los próximos años tiene que ver con la disponibilidad de la mano de obra, aunque esto ya era un problema incluso antes del coronavirus. Debido a la escasez de personal, necesitamos optimizar el proceso y hacerlo lo más eficiente posible. Ahora los champiñones se cosechan, se enfrían y luego se envasan. ¿Por qué no preenfriarlos al vacío y envasarlos inmediatamente? Este proceso sería más eficiente y requeriría menos horas de trabajo, aunque para ser rentable también se necesitaría una demanda constante de volúmenes grandes. Sin duda, en el futuro nos veremos obligados a cambiar a este sistema o a otro proceso que aumente la eficiencia”, dice Paul.
En Bélgica y los Países Bajos, los consumidores prefieren los champiñones pequeños, mientras que los países vecinos prefieren los calibres grandes. “En realidad, esta distinción se origina en los comienzos del cultivo de champiñones en Bélgica y los Países Bajos”, dice Paul. “En los primeros años no era posible cultivar champiñones grandes, pero desde entonces el método de cultivo se ha optimizado y ya no es problema producir hongos más grandes. No obstante, en Bélgica y los Países Bajos, un champiñón grande se considera un producto con menos sabor, pero nada más lejos de la realidad. Los champiñones grandes son igual de sabrosos o tienen incluso más sabor que los de menor tamaño. Sería bueno para nosotros que los consumidores belgas y holandeses se dieran cuenta de esto, porque los costes de cosecha de los tamaños más grandes son más bajos”.
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Paul Delbeke
Districhamp
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8740 Pittem (Bélgica)
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