“El mercado de la patata se ha visto muy afectado por la crisis del coronavirus. Las fábricas de patatas fritas funcionan a una menor velocidad y los restaurantes están cerrados. El consumo de patatas fritas y de otros productos derivados de la patata se ha derrumbado. La situación es desastrosa”, dice Johan Kant, de la empresa belga Kalisa Trading. “Además, parte de las patatas no se ha podido cosechar debido al tiempo lluvioso del último período”.
“Con entre el 10 y 20 por ciento de las patatas todavía en el suelo en el norte de Francia, Bélgica y la provincia holandesa de Zelanda, todavía tendremos suficientes patatas almacenadas. Incluso sin estas patatas, alcanzaremos el promedio de los últimos cinco años y no esperamos escasez de producto. Aun así, creo que los productores decidirán cosechar las patatas restantes. Cuando todo esté recolectado, las patatas de consumo tendrán el valor de las patatas para alimentación animal, ya que incluso ahora los precios están en un nivel muy bajo de unos 20-30 euros”, piensa Johan.
Kant solo ha vivido una vez un año tan dramático, cuando todas las parcelas de los Países Bajos quedaron inundadas. “Todavía lo recuerdo bien. En los Países Bajos todas las parcelas estaban cubiertas de agua y luego vinieron las heladas. Casi todo se congeló y los precios se dispararon. Tuvimos que comprar el producto en Francia para suministrar patatas a los Países Bajos. Fue realmente dramático... Este año el coronavirus está arrasando con todo y lo peor es que no sabemos cuánto tiempo más estaremos lidiando con el virus. Esperemos que el mercado se recupere de una forma u otra, ya que el hecho de que el mercado de la patata es siempre impredecible es ahora una ventaja”.
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Johan Kant
Kalisa Trading
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