A pesar de la difícil traba que planteó la COVID-19 al espárrago español a mediados de marzo, el sector ha cerrado una de sus mejores campañas gracias a la consolidación del espárrago verde de origen España en el mercado centroeuropeo, junto a la confianza que tienen países como Alemania, Francia, Países Bajos y Reino Unido en su calidad.
La producción del espárrago comienza a finales de febrero y normalmente el pico de la demanda se produce justo antes de Semana Santa. Este año ese momento ha coincidido con el estallido de la pandemia y el inicio del confinamiento, lo que provocó una bajada de la demanda del espárrago verde del 80% y por tanto una caída de los precios. Sin embargo, como señala Manuel Garcés, el director de Producto de Rubus, Ajo y Espárrago de Planasa, “el buen nombre de nuestro producto ha salvado la campaña. La crisis del coronavirus tuvo un fuerte impacto, pero afortunadamente solo fueron las dos últimas semanas de marzo”.
En España se cultivan unas 14.000 hectáreas de espárrago (más de 11.000 de espárragos verdes), que se concentran principalmente en Andalucía, donde se produce espárrago verde, y Navarra, que cultiva la variante blanca. Granada prácticamente monopoliza el sector andaluz con unas 7.000 hectáreas que producen 40.000 toneladas de espárrago verde, de las cuales se exportaron en 2019 el 72%.
Uno de los principales actores en el sector español del espárrago es Planasa, cuya última variedad, Darvador, empieza a hacerse un hueco en el mercado: “La pasada campaña demostró ser la variedad más precoz que hay en el mercado, pero debemos tener en cuenta que el espárrago no es un cultivo de un año, su potencial lo alcanza en tres o cuatro años”, comenta Garcés.
Según Garcés, Darvador ofrece una “mayor durabilidad de las plantaciones, producción más homogénea, no hay disparidad en calibre. Y una cosa que gusta mucho a los agricultores: no hay semilla, no germina planta en el suelo y el manejo y la recolección son más fáciles. Todo esto redunda en unos costes menores y por tanto aumenta la rentabilidad del cultivo”.
En lo que se refiere al futuro, Planasa mantiene una línea de investigación para la mejora genética de variedades, en la que prima la precocidad, el calibre y la calidad, tratando de mejorar las variedades ya existentes: “Nuestro objetivo es renovar completamente el catálogo de variedades en un plazo aproximado de 5-6 años”, explica Manuel Garcés. Por lo que respecta a 2021, por el aumento que se ha producido en la demanda de planta, parece que la próxima campaña las superficies de plantación se mantendrán, experimentando una ligera tendencia al alza.
Fuente: diariodesevilla.es