La banana es originaria de Papúa Nueva Guinea, donde fue domesticada por las comunidades indígenas hace por lo menos 7.000 años. Su antepasado, Musa acuminata, tiene un aspecto muy diferente al de la conocida banana Cavendish, pues al despegar su piel pueden verse cientos de grandes y duras semillas que permiten una fácil reproducción en la naturaleza.
Hoy en día, todavía existe una colorida mezcla de bananas silvestres que se producen en los húmedos bosques de Nueva Guinea. Sin embargo, la deforestación y los incendios están diezmando los bosques tropicales y subtropicales en todo el Pacífico Sur, poniendo en peligro tanto a los antepasados como al futuro de la banana en general.
Las bananas silvestres representan una riqueza de diversidad genética sin explotar. Sébastien Carpentier, un científico de la Alliance of Bioversity International and CIAT, explica: "Es muy importante para los obtentores tener acceso a los parientes silvestres de las bananas para encontrar los rasgos que están buscando".
El científico, Bart Panis, y un guía local sostienen la extraña variedad Musa ingens
En el International Musa Germplasm Transit Center (ITC), en Lovaina (Bélgica), la Alianza gestiona la mayor colección de germoplasma de bananas del mundo. Sin embargo, a pesar de que actualmente cuenta con 1.617 adhesiones de bananas, el banco de genes apenas conoce la diversidad de bananas silvestres. Bart Panis, un científico del CCI, señala: "No sabemos cuánto hay ahí fuera".
La conservación in situ es cada vez menos probable por la pérdida del hábitat de las bananas silvestres, por lo que científicos como Panis están trabajando contra viento y marea para "llenar los vacíos" recogiendo muestras en su hábitat y transportándolas a los bancos de genes para su posterior investigación y conservación ex situ.