"Cuando empezó el primer confinamiento, tuvimos dificultades para conseguir los volúmenes necesarios", dice Christophe Vandenbroeck, de Vandamme. Esta empresa belga vende aproximadamente 80.000 cajas de bananas a la semana y sirve principalmente a supermercados. "La COVID-19 ha hecho de 2020 un año inusual".
Christophe Vandenbroecke
Vandenbroeck indica que, cuando estalló la pandemia, hubo escasez de fruta, porque los supermercados se vieron obligados a vender mayor cantidad. "Hubo muchos pedidos, en torno a un 20 o 25% más de lo habitual. Fue difícil, pero pudimos reorganizar las existencias. Pasadas unas semanas, pudimos hacernos con bastantes existencias para satisfacer la demanda de los supermercados".
Vandenbroeck dice que, pasados los tres primeros meses, los volúmenes se normalizaron de nuevo. Los precios de la banana suelen caer en verano, pero la temporada pasada no fue así. "Los precios no fueron altos, pero el verano y los precios normales se mantuvieron casi a la par. Por la COVID-19, probablemente no podamos hablar de un periodo estival". Añade que, aunque los precios no fueron excelentes, el aumento de los volúmenes consiguió que no fuera un mal año. "Aún fue un año viable para nuestro sector, mientras que empresas de otros sectores, como la restauración y las profesiones de contacto, tristemente, apenas sobrevivieron". Algunas incluso se hundieron".
Aumenta la presión sobre los precios
Sin embargo, Vandenbroeck ha notado que los nuevos contratos con los supermercados en 2021 son muy ajustados. El tipo de cambio del dólar es favorable y la bajada de los costes del combustible han reducido los costes de transporte ligeramente. No obstante, los precios de los nuevos contratos son mucho más bajos de lo que justifican estas reducciones de costes. "Los supermercados están ejerciendo una presión tremenda sobre los precios, que son considerablemente menores que la situación verdadera". Vandenbroeck pronostica que esta situación podría acarrear una falta de inversión por parte de los productores.
En última instancia, esto afectará a la calidad de las bananas y, a su vez, hará que los consumidores se decanten por otras frutas. "Ese es el problema de los precios bajos, siempre hay un proveedor que accederá a ellos. Los productores están sometidos cada vez a más presión. Han gastado mucho dinero y, cuando se firman los contratos, los precios ejercen más presión sobre ellos. Es un equilibrio insano. Las organizaciones de productores se han quejado de la estrategia de los supermercados de precios cada vez más bajos".
"Pero poco o nada se ha conseguido con eso. Hay tensión a todos los niveles, pero los productores son quienes tienen los mayores problemas", afirma Vandenbroeck. Las ventas de banana ecológica y de comercio justo aún podrían subir a un ritmo de doble dígito cada año, aunque los precios de estos productos también están sometidos a presión. "Pero estos precios experimentan menos presión que los de las bananas convencionales. Parece que el producto ecológico y el de comercio justo tienen un precio mínimo debido a sus organizaciones. A estos productos, por lo tanto, les va un poco mejor que a las bananas convencionales. Está cambiando un poco, pero no mucho".
Más plástico
La COVID-19 también ha provocado un cambio de rumbo parcial en la tendencia de utilizar menos plástico en el embalaje de las bananas. "Esta tendencia ha retrocedido un poco por este virus. Los consumidores se sentían más seguros comprando fruta envuelta en plástico. En los supermercados, muchos productos volvían a presentarse envasados. Esa no fue la tendencia en los últimos años. Los embalajes de plástico permanecerán en los supermercados hasta que el virus haya desaparecido. Después, los supermercados tendrán otras estrategias para reducir el uso de plástico". Se están buscando alternativas como fajas biodegradables.
Vandamme se ha propuesto tener un sistema de refrigeración con una huella de carbono neutra, y ha invertido en sistemas a base de amoniaco para evitar el uso de freón, que resulta dañino para el medio ambiente. El sistema de refrigeración a base de amoniaco se encuentra en una zona técnica independiente y protegida. La empresa solo utiliza agua a la temperatura correcta en las cámaras de maduración. "Con todos los problemas medioambientales mundiales, estamos intentando ser proactivos. Tenemos una huella de carbono casi neutra", concluye Vandenbroeck. La energía que genera este sistema de refrigeración se utiliza para calentar otras salas de la empresa.
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Vandamme N.V.
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