La semana pasada, un retailer alemán anunció que se adherirá a la estrategia Fairtrade para fomentar la implementación de un salario digno en las empresas de cultivo de ultramar. Sin embargo, según de la empresa importadora holandesa, esta decisión, además de ventajas, también tiene un inconveniente.
"Uno de mis proveedores aborda el problema de manera diferente desde hace años. Les ofrece a sus trabajadores instalaciones escolares para sus hijos, les da comida caliente a los empleados para que no tengan que ir a trabajar con el estómago vacío y les paga un salario medio local", dice el importador.
"Con la regulación que impone Fairtrade, el dinero se gasta inmediatamente y los niños ya no tienen acceso a la escuela ni la guardería, los empleados llegan al trabajo con el estómago vacío y hay menos control social. No dudamos acerca de las buenas intenciones de Fairtrade, pero la medida va a ser contraproducente porque el problema se aborda demasiado desde una perspectiva occidental en lugar de centrarse en las necesidades reales".
"Este proveedor dejará de formar parte de Fairtrade porque no quiere duplicar los costes, mientras que sigue siendo una empresa que se preocupa mucho por sus empleados y sus familias. Nos parece bien que un productor tenga que ajustarse a un programa social, pero el salario no puede ser parte de eso. Las diferencias entre los países son demasiado grandes para eso".
"También otras certificaciones, como pueden ser Rainforest Alliance, determinarán cuánto pagará un exportador a sus empleados. Creo que no es buena idea, puesto que solo beneficiará a las agencias de certificación, que de esta manera ganarán más poder y dinero", concluye el importador.