En un par de semanas, las primeras pitahayas de pulpa roja del mundo certificadas por Rainforest Alliance comenzarán a salir desde Costa Rica hacia los mercados internacionales, con el sello de Cabo Blanco Fresh, explica Juan Carlos Piña, presidente de la empresa.
“También podremos realizar desde nuestras instalaciones el empaque y la exportación de pitahaya de otros agricultores, la mayoría de ellos miembros de la Cámara Nacional de Productores de Pitahaya, la cual presido, para lograr el envío de volúmenes comerciales de esta fruta exclusiva. Desde junio a septiembre prevemos enviar unos 5.000 kilos de pitahaya con pulpa roja por semana”.
“Contamos con una planta empacadora certificada y todos los permisos de exportación, pero la idea es que los productores vayan conociendo el proceso, y a medida que aumenten sus volúmenes de producción, puedan convertirse en exportadores también por sí mismos, para poder abastecer al mercado con pitahaya roja de Costa Rica, que en este momento es insuficiente para la demanda existente”.
“Exportaremos la fruta a España y Reino Unido, y también a Canadá”, prosigue Juan Carlos. “Canadá se está convirtiendo en un mercado muy interesante de frutas exóticas, sobre todo por la gran cantidad de hispanos y asiáticos que viven en el país, y está demandando cantidades importantes no solo de pitahaya. Este año, dos supermercados canadienses clientes de nuestra pitahaya roja se interesaron en los productos exóticos de Costa Rica y nos han pedido que, junto con las paletas de pitahaya, las cuales se trasladarán por vía aérea, también enviemos cargas consolidadas con rambután y jocote”.
“Este logro lo hemos conseguido gracias a la ayuda de la Procomer. A mediano plazo, al rambután y al jocote se le podrían unir otras frutas como la uchuva, el mangostán o la granada. Este, de hecho, es nuestro nuevo proyecto para el segundo semestre de 2022, el cual vamos a iniciar ya el próximo mes y que será más amplio”.
“Para la fruta de segunda categoría que se rechaza para su envío a los supermercados, básicamente porque no tiene la apariencia estética para su exhibición, estamos creando un plan para la producción y exportación de pulpa congelada”.
“Nuestro objetivo es certificar las pitahayas como ‘carbono neutral’”
Procomer está llamado a ser un elemento importante en la promoción de la pitahaya roja costarricense y un medio para difundir las propiedades diferenciadoras de esta variedad autóctona del país, explica Juan Carlos.
“Ya contamos con las certificaciones Rainforest Alliance y Global Gap, pero nuestro objetivo es certificarnos como ‘carbono neutral’. Ya, de hecho, lo somos y podríamos decir que incluso somos ‘carbono negativos’ en el sentido de que nuestras fincas capturan más CO₂ del que emitimos, gracias a las 8 hectáreas de bosque protegido que tenemos, registradas en el Ministerio del Ambiente en la modalidad de servicios ambientales”.
“Además, en mi opinión, la pitahaya es el único cultivo que está listo para el cambio climático, porque la demanda hídrica en su cultivo es muy baja, de tan solo 2 mm, y por todo ello, ya estamos viendo la posibilidad de reconocerlo como un cultivo agroforestal”.
“Las tendencias mundiales de nuestros clientes y de los clientes potenciales van dirigidas a obtener frutas diferenciadas en buenas prácticas agrícolas, en protección del medio ambiente y responsabilidad con las comunidades. Ya no es solo un valor diferenciador; es una exigencia para muchos mercados”.
“La agricultura representa la reserva moral de los pueblos”
Las certificaciones han supuesto un avance fundamental en la sostenibilidad en la agricultura a muchos niveles. El esfuerzo de la cadena productiva ha hecho posible que hoy en día los consumidores puedan recibir productos trazables, seguros y responsables con su entorno y con las comunidades; sin embargo, la agricultura mundial está sintiendo en la actualidad el fuerte impacto de la guerra, los problemas logísticos y la crisis en el incremento de insumos.
“Hoy, más que nunca, hay que apoyar a los productores nacionales en todos los países: hago un llamado a los gobernantes que toman decisiones para que apoyen a los agricultores en estos momentos en los que todo sube menos el precio de los alimentos. Porque ¿de qué servirá al final tener mucho dinero si no hay alimentos que puedas comprar?”.
“La soberanía alimentaria es indispensable, hay que proteger la alimentación básica de cada país de acuerdo con su cultura, para evitar el impacto que causaría una escasez mundial de alimentos. En Costa Rica, por ejemplo, ya pasó con el maíz. El maíz es originario de Mesoamérica; sin embargo, en nuestro país, lamentablemente, ya no se produce. Era más barato traerlo de Estados Unidos y fue así por muchos años hasta que acabó con los agricultores nacionales, quienes no pudieron competir con las importaciones y lo mismo podría pasar con el arroz y los frijoles; ambos, granos de la dieta básica de los ticos”.
“La agricultura, además, crea arraigo en las personas que trabajamos en ella, es una fuente de ingreso para los habitantes de las comunidades rurales y evita que las personas del campo migren a las ciudades, haciendo crecer los anillos de pobreza en los suburbios y que se creen presas fáciles para la delincuencia”.
“Me encantaron unas palabras que dijo el obispo el domingo pasado en misa: la agricultura representa la reserva moral de los pueblos. En los campos básicamente es donde permanecen las tradiciones culturales de nuestros países, donde reside la riqueza folclórica, artesanal, las recetas de cocina o las festividades, y eso a su vez hace que las gentes de las comunidades lleguen a ser amantes de la naturaleza, de su cultura y de sus costumbres”.
“Por eso hay que proteger al agricultor y a la agricultura. Y la pitahaya es una excelente opción, así como el jocote o el rambután y otras frutas exóticas que nos está pidiendo el mundo, y que se pueden fomentar en Costa Rica”.
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