Los frutos rojos han experimentado un notable auge en México en la última década. Según la Asociación Nacional de Exportadores de Berries (Aneberries), su cultivo ha pasado de prácticamente nada en los primeros años de los 2000 a 17.000 hectáreas en 2011 y se triplicó hasta las 55.000 hectáreas al cierre de 2021. Aunque esta expansión no está exenta de críticas relacionadas con asuntos como, entre otros, la merma de espacios para otras siembras vitales para México como el alimento básico en la dieta nacional: el maíz.
Y es que los datos oficiales del Gobierno federal indican que en la última década la superficie destinada a la siembra de maíz ha caído de 7,7 millones de hectáreas a 7,2 millones; y, si bien la cantidad de tierra que se destina al maíz es muchas veces mayor que la de berries, México es deficitario en este grano vital para la población.
Es más; el país importa el 37% de lo que se consume a nivel nacional (alrededor de 17 millones de toneladas), debido a que, de acuerdo con especialistas, ya no hay suficiente terreno para incrementar la producción del grano. Solo en 2021, según datos del Banco de México, el país desembolsó 5.146 millones de dólares en la importación de maíz para cubrir la demanda nacional, el mayor monto de la historia.
Una cuestión de rentabilidad
El crecimiento en el cultivo de berries en México no sorprende si se toma en cuenta la rentabilidad de los frutos rojos. Por ejemplo, un reciente estudio de la Universidad Autónoma de Chapingo señala que la relación beneficio-costo, que determina la viabilidad de un proyecto productivo, asciende a 2,82 para el caso del arándano, a 1,88 para la frambuesa, a 1,82 para la fresa y a 1,76 en la zarzamora.
Para cultivos básicos como la caña de azúcar y el maíz, la relación beneficio-costo es de solo 1,5 y 1,2 respectivamente. De hecho, la rentabilidad de las berries es similar e incluso superior a la de otros cultivos que tienen un alto índice de exportación, como el aguacate, cuyo índice es de 1.84.
Detrás de la alta rentabilidad de estas bayas está el notable incremento en su precio como consecuencia de la elevada demanda, sobre todo de Estados Unidos y de ciertos grupos de alto poder adquisitivo en México.
Fuente: jornada.com.mx